domingo, 17 de agosto de 2025

A propósito de lo ortográfico

Con un par de meses de retraso le traigo algún que otro comentario de los no pocos que me llegaron relacionados con aquellas entradas vinculadas a la Selectividad (perdón, PAU) y la novedosa e impopular corrección de las faltas de ortografía en los exámenes de la misma. (PAU y Física, 2025; PAU y Lengua y Literatura, 2025).

Ya sabe, un asunto educativo, didascálico y poliédrico en el que no entraré por obvios motivos: físicos, de espacio y tiempo, mero oportunismo periodístico o personales de evidente idoneidad intelectual.

Unas líneas, le decía, en las que se me solicitaba cierta aportación docente motivada quizás, quiero pensar, por aquello afirmado en distintas ocasiones de que este blog nació con vocación de servicio. Ya, errores que se comenten en esta vida en la que resulta ser cierto aquello de que, con el tiempo, uno termina siendo esclavo de sus palabras y señor de sus silencios. Gran verdad, pero a lo que voy, que me disperso.

El arte y la ciencia de la ortografía

El caso es que, en su mayoría, estos lectores/comentaristas eran coincidentes, por un lado, en la mala impresión y desagradable sensación que las faltas ortográficas producen en cualquier lector, en (casi) cualquiera.

Una deficiencia en la escritura a la que no ayuda, precisamente, el sistematizado uso del corrector de ortografía y gramática instalado en distintos dispositivos electrónicos como el móvil o el ordenador; el mismo que, probablemente, haya dado lugar a que los jóvenes cada vez le presten menos atención y, por tanto, cometan un mayor número de errores en los textos.

Por otro lado, en sus comentarios, ustedes mostraban estar concienciados de un par de interesantes circunstancias: una, que el hecho de escribir un texto con varias faltas ortográficas podía significar cosas diferentes, desde poco nivel cultural hasta excesiva dejadez en el correcto uso del lenguaje.

Otra, que independiente del motivo de las mismas, estas resultaban siempre inadmisibles, fuera cual fuera aquél.

La ciencia y el arte de la ortografía

Y por estotro, aunque advertidos de que para prevenir el mal uso del lenguaje tenemos a nuestra disposición diferentes recursos como leer con frecuencia, consultar el diccionario cada vez que se dude o repasar los textos que se escriben, a pesar de ello, ustedes me aportan un par de ideas.

Una me la ofrece un amable lector al recordarme los famosos y didácticos Cuadernos Rubio, otra procede de algunos de ustedes que me apuntaban la posibilidad de “enrocar” un prontuario con las faltas ortográficas más frecuentes ¡Qué trabajo nos manda el Señor! (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas. 

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