(Continuación) Pero no así nuestro protagonista, para quien Siarum era la Troya utrerana, la Utrera romana, y justificaba su acertada hipótesis con la prueba ineluctable, necesaria y suficiente, del estudio integral de numerosos textos epigráficos; es decir, de todas aquellas inscripciones o escritos breves grabados en superficies como piedra, metal, cerámica, hueso o mármol que pudo recabar en sus expediciones.
Y con el mismo rigor metodológico nuestro utrerano
explorador y aventurero, ¿un Indiana Jones del siglo XVII?, también
identificó Caura con Coria, Curiga, Contributa
Iulia Ugultuniacum con las ruinas de San Bartolomé del Villar, cerca de
Fuente de Cantos al sur de Badajoz, Segeda con Zafra y así otros
muchos yacimientos.
Hablamos de método científico y valor de la
prueba y lo hacemos en Sevilla, a finales del siglo XVI, aplicándolos para
más inri a una todavía incipiente ciencia de la arqueología.
No me diga que no es un cambio notable. Sevilla tuvo que ser.
De
barreduela a plaza
Como lo es el que experimentó el lugar desde donde ahora escribimos, el que denominé segundo tramo, propuesto para el recorrido didascálico de la calle Rodrigo Caro y que empieza en la actual Plaza de la Alianza otrora conocida como barreduela del Pozo Seco (siglo XVI). La misma que en el plano de Olavide (1771) presentaba forma de rectángulo irregular y que cambió por las diferentes modificaciones tanto urbanísticas como de nomenclátor realizadas a finales del siglo XIX y principios del XX.
Entre las segundas ya le escribí que: en 1845 fue
incorporada a la calle Rodrigo Caro; en 1868 se rotuló con su actual
denominación por una fábrica de tejidos allí instalada de nombre ‘La Alianza’;
y, ahora le dejo caer que hacia 1872 aparece en un plano como calle de Don
Rodrigo y ‘¡Ahí quedó!’ porque el resto es una historia quizás más
conocida.
De todas las modificaciones urbanísticas realizadas destacar
sobre todo la de 1961, que junto a otras posteriores la transforman gracias a
la demolición de varios edificios adosados a la muralla del Alcázar.
Todo empieza cuando el Ayuntamiento aprueba en 1942 la apertura de una nueva calle entre la plaza del Triunfo y la de la Alianza para comunicar el barrio de Santa Cruz, dejando además al descubierto un paño de la muralla norte del Alcázar.
De plaza
a plaza
Me refiero a la actual calle Joaquín Romero
Murube (1904-1969) que en 1961 se denominó Alcazaba en clara
referencia a la contigüidad del Alcázar, si bien en 1958 se había acordado
denominarla calle Pio XII, un acuerdo que nunca se llevó a cabo pues,
tras la muerte del poeta y conservador de los Reales Alcázares, esta vía tomó
su nombre que aún conserva en la actualidad; fue el final de la barreduela del
Pozo Seco. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue publicado el 07
de abril de 2025, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.
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