(Continuación) No es el lugar ni el momento para el tratamiento que sin duda se merece Liebig, pero sirva como botón de muestra de su magnífica labor como docente e investigador algunas pinceladas didascálicas dadas al sevillano modo.
Padre, fundador, inventor y mejor profesor
Conocido por sus aportaciones a la síntesis de compuestos orgánicos, destacó sobre todo por aplicar los conocimientos de la química a la biología y a la agricultura, siendo fundamental el resalte que hizo del papel del nitrógeno y los minerales como nutrientes esenciales para las plantas.
Y así se le considera “padre de la industria del
fertilizante”, “inventor de los fertilizantes artificiales” y “fundador de la
química agrícola moderna”.
En esta línea investigadora formuló y popularizó la ley del mínimo (o de Liebig), un principio agrícola que afirmaba que el crecimiento de las plantas no dependía de la cantidad total de recursos nutritivos disponibles, sino del monto del más escaso. Ergo, para el desarrollo vital de una planta, hasta el material más insignificante es en realidad imprescindible.
Como profesor en la
Universidad de Giessen (Alemania) puso en marcha un método de enseñanza moderno
orientado al laboratorio que se hizo universal, y por tales innovaciones está considerado
como uno de los mejores profesores de Química de todos los tiempos.
“Padre no Nobel de nobeles”
Es más, dicho centro universitario
lleva el nombre de su miembro más famoso, Justus Liebig-Universidad Giessen.
Quizás haya que volver sobre el químico de manera monotemática pero no me resisto
ahora a contarle un detalle más de su influencia que va más allá de lo expuesto.
Del nivel químico de su departamento nos da buena prueba un hecho, de los cinco primeros Premios Nobel en Química que se concedieron tres fueron ganados por estudiantes suyos: 1901, Jacobus Henricus van 't Hoff, ‘por el descubrimiento de las leyes de la dinámica química oral y de la presión osmótica en disoluciones’; 1902, Hermann Emil Fischer 'por su trabajo en las síntesis de azúcares y purinas’.
1903, Svante Arrhenius ‘por su teoría
electrolítica de la disociación’; 1904, Sir William Ramsay ‘por
el descubrimiento elementos gaseosos inertes del aire y su determinación del
lugar que ocupan en el sistema periódico’; 1905, Adolf von Baeyer ‘por el avance de la química orgánica y de
la industria química, a través de su trabajo en colorantes orgánicos y
compuestos hidroaromáticos’.
Dejo que averigüe la terna
ganadora y le supongo al tanto de los motivos temporales y legales por los que él
no pudo optar a alcanzar dicho galardón. Estas cosas pasan. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.



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