(Continuación) Va para cinco semanas que dejé aparcada esta saga entre mitológica y científica, periodo Ciencia Antigua y apartado ¿De qué están hechas las cosas?, en concreto con el éter, un término polisémico con interés divulgador para este blog.
Divulgador
pues muchas de sus acepciones caen dentro de campos de conocimientos que
podríamos llamar científicos (cosmología, química, etimología, astronomía,
física) de modo que es de justicia enrocar al menos un prontuario etéreo.
Aproximación didascálica al término éter: etimología
y mitología
Desde
el campo de la etimología y con raíz indoeuropea, originalmente tiene el
mismo significado tanto en griego como en latín que podemos traducir como “cielo”,
“firmamento” o “el aire más puro de las montañas”.
Y es en las “alturas superiores” donde originalmente encontramos el inicial éter pitagórico, concepto central en la cosmovisión de su escuela filosófica, al ser el principio fundamental que une y estructura el universo, lo que no está mal pensado.
Recuerde
que era el elemento antiguo más ligero del mitológico quinteto (tierra, agua,
aire, fuego), la quintaesencia
en la que se movían las sólidas esferas también compuestas del sutil componente.
Pero el tiempo pasa y con él esta palabra ha ido adquiriendo otros
significados.
Aproximación didascálica al término éter: química,
física y literatura
Y así, siglos después, aparece
en química donde puede aludir tanto a un grupo funcional (R-O-R’),
cadena o conjunto formado por un átomo de oxígeno (O) unido a dos grupos
alquilo o arilo, como a aquellos compuestos en la química del carbono (antigua
química orgánica) que lo portan.
Por supuesto también al nombre simplificado con el que habitualmente nos referimos a uno de estos compuestos en concreto, el éter etílico, dietiléter o etoxietano según IUPAC (1993), de fórmula molecular C4H10O; un compuesto que fue descubierto en 1275 por el mallorquín Ramón Lull, de modo que 750 años lo contemplan. Química bachillera.
También
se utiliza en física, pues se alude con él a un hipotético fluido postulado
como medio para poder explicar la propagación de la luz por el espacio
exterior, el éter luminífero, acepción con la que volvemos a sus
orígenes.
Ambos,
fenómeno real y sustancia hipotética, luz y éter, tienen una dilatada historia a
lo largo del tiempo y han compartido existencia conjunta desde, casi, el comienzo
de los tiempos hasta nuestros días.
Y en literatura, para referirse al cielo o el espacio en un sentido poético, sublime, una metáfora de la poesía misma, “Las aves surcan el éter”. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
1 comentario :
Y el papel del éter en medicina, ¿no lo menciona?
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