(Continuación) Esa chispa, sea de la naturaleza que sea, de la que le hablaba hace unas fechas y preocupa no poco pues “nada puede alterar el vuelo del Espíritu Santo y mucho menos afectar la voluntad de Dios. Toda precaución es poca en esos momentos tan cruciales”. Con la iglesia hemos topado.
Espíritu Santo y Ratzinger. 1997
Años después, en 1997, el todavía cardenal Ratzinger
-desde 1981 prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe- volvía a abordar esta delicada cuestión sin ambages ni rodeos,
durante una entrevista en la televisión bávara.
‘El Espíritu actúa como un buen maestro, que deja mucho
espacio, mucha libertad, sin abandonarnos’. Prudente y claro, a su manera.
Vino a decir que Dios ni impone su voluntad ni dicta
un nombre desde lo alto; por el contrario, respeta profundamente la libertad
humana, incluso en un momento tan decisivo para la Iglesia. Ya, además no se queda
ahí.
‘Hay muchos papas que probablemente el Espíritu Santo no habría elegido’ espeta, aclarando después, ‘El papel del Espíritu Santo debe entenderse de manera más flexible. No es que dicte el candidato por el que se debe votar. Probablemente, la única garantía que ofrece es que nosotros no arruinemos completamente las cosas’. Reveladora “claridad”, nótese la presencia postrera del oportuno adverbio.
Concluyendo, que es gerundio
Ergo sí, para nuestra iglesia el Espíritu
Santo está presente en el cónclave y asiste con su gracia a los cardenales
electores y elegibles, pero sin anular ni sustituir la libertad de cada
purpurado; no se trata de un Dios que imponga su voluntad, ni dicte un nombre
desde lo alto, porque es respetuoso ante todo con la libertad humana.
La suya es una gracia que los cardenales reciben para
discernir con rectitud, pero que pueden tomar o rechazar, aunque no tenemos manera
de saber de qué forma afecta al acierto en la elección papal.
Así que, dado lo equívoco del resultado según este criterio evangélico, y aunque no se dude de la acción del Espíritu Santo, la iglesia propone también que oremos para que los electores se mantengan abiertos a su inspiración y no cedan a intereses mundanos.
O sea que siempre hay a quien echarle la culpa (el vuelo
grácil de la paloma, la tozudez de los hombres, los escasos e insinceros rezos)
si, a pesar de todo, las cosas no salen bien; algo que la historia eclesial nos
recuerda y de forma tozuda.
Ni mucho menos los votos se han guiado únicamente
por criterios evangélicos, es como si lo divino solo inclinara, pero en absoluto
determinara, ¿entonces? ¿le suena la retahíla? (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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