(Continuación) Al parecer el poeta mexicano Carlos Pellicer padeció de este deseo incontrolable de guardar objetos (en su caso cartas, manuscritos, billetes de tranvías, fotografías, postales, periódicos o volantes) y se autodefinía como “urraquista”.
En esa línea de apropiación de nombres, algunos
autores se inclinan por el de “Síndrome de Euclión”, recuerde, el avaro
protagonista de Aulularia o la Comedia de la olla del latino
Plauto; sin duda el punto de partida de todos los avaros de la literatura
occidental que en el mundo han sido, son y, probablemente, serán desde el Shylock
de Shakespeare al de Moliére.
También he leído la expresión “Síndrome de
Plyushkin” para referir este trastorno obsesivo-compulsivo caracterizado
por la acumulación excesiva de objetos, aislamiento social y autonegligencia.
Esta vez la elección del nombre proviene del personaje Plyushkin, de la novela Almas Muertas del escritor moscovita Nicolás Gógol, quien destacaba por la acumulación extrema de objetos y el desprecio por la higiene y el orden.
No, no faltan denominaciones en la
bibliografía de salud mental para este síndrome, y por supuesto mucho más
adecuadas que la del sabio de Sinope, pero de estos mimbres estamos hechos los
hombres y cuando cogemos una linde...
¿Cómo reaccionaría el sinopense si estuviera ante la idea del síndrome
que lleva su nombre?
Lo más probable es que se riera con ironía,
resaltando la contradicción que resulta ser en sí misma, dado que el auténtico
cinismo consiste, precisamente, en despojar la vida de todo aquello que no
fuera esencial y no en acumularlo compulsivamente.
El filósofo cínico siempre buscó la libertad de las ataduras materiales, no la dependencia de ellas; era vivo ejemplo de vida austera y desapego de las posesiones y su filosofía se basaba en la búsqueda de la libertad y la independencia material, no en la acumulación de objetos.
Su cinismo no era un abandono irracional sino una
crítica a las convenciones sociales y la búsqueda de placeres materiales, y su
forma de vida un acto de protesta contra la hipocresía de la sociedad y una
demostración de su propia autonomía.
En esencia, Diógenes no estaría de acuerdo
con el uso de la expresión “síndrome de Diógenes” tal como se entiende hoy en
día; para él la acumulación no era un problema sino una forma de esclavitud, y
la verdadera libertad residía en la capacidad de vivir con poco, mas con sabiduría
y autonomía.
Pero bueno se trata solo de mi opinión que es, por otra parte, del todo prescindible, al fin y al cabo ¿qué sabré? (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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