(Continuación) Ya ve que resulta afirmativa la duda con la que me despedía hace unas fechas, sí, ‘habemus continuatium’ en la cuestión ésta del cínico griego del tonel, y entrada de hoy y la de mañana vendría a reforzar una especie de trina tontuna.
“No hay dos sin tres”
Una acerca de la frecuencia con la que dicen que
ocurren las cosas; una estulta credulidad -toda contraria a la disposición que
la ciencia muestra respecto al uso y adopción de la expresión que nos
trae, ‘Síndrome de Diógenes’- por parte de algunos medios periodísticos
y entornos populares.
Como ya apuntamos, la denominación de este síndrome termina siendo bastante irónica dado
que los síntomas que presentan sus pacientes están justo en el polo opuesto a
las ideas del filósofo. Y así, mientras que lo básico del síndrome es no poder
desprenderse de nada y acumular objetos, el ideario del filósofo no es otro que
el de despreciar las posesiones y vivir según la naturaleza. Ya ve.
Vamos que los principios esenciales de la radical forma de vida y pensamiento de Diógenes contradicen las características del trastorno al que viene a dar nombre; su escuela de pensamiento no solo rechaza acumular objetos innecesarios, sino que critica con rotundidad cualquier comportamiento alejado de la physis.
Visto así estos griegos resultaron ser de lo más
estoicos en este cometido, sobre todo el hombre del tonel que no tenía casa en
el sentido habitual de la palabra, de hecho, no pareció necesitarla nunca. Por
cierto, además de la milonga tonelera, también se le representa con una
linterna de aceite que encendía durante el día para buscar (simbólicamente)
algún ser humano libre.
Lo que tiene su importancia pues de la anécdota nos sobreviene lo que hoy entendemos por “cinismo” o “cínico” y que la Real Academia de la Lengua, RAE, lo define como “desvergüenza en el mentir”. Qué me dice, yo, personalmente, lo dejo aquí.
El mal llamado “Síndrome de Diógenes”
No estando aceptada científicamente la expresión por
errónea, y totalmente desaconsejado su empleo en entornos periodísticos y de
divulgación, la Organización Mundial de la Salud, OMS, propone
alternativas para su denominación como: “silogomanía”, “trastornos de ideas
delirantes”, “urraquismo”, “síndrome de la miseria senil”, “trastorno de los
procesos del pensamiento”, “colapso senil”, “colapso
social” o “síndrome de miseria senil”. En fin, que nombres no faltan.
Me llama la atención el de “urraquismo”, utilizado
en psiquiatría para el síntoma de algunos esquizofrénicos que recogen, como las
urracas, todos los objetos que consideran atractivos (piedrecitas, lazos,
cristales o colillas) y los guardan como un tesoro. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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