Es el (poco afortunado) lema con el que el Observatorio Archenhold de Berlín celebra en estos días los 110 años de la presentación de la Teoría de la Relatividad General (TRG); sí, es el mismo lugar donde Albert Einstein, el 2 de junio de 1915, dio la que sería su primera conferencia en público sobre esta teoría, uno de los grandes hitos de la ciencia moderna.
Y
que tendría la particularidad de que se hizo en su auditorio, pero ante gente
normal, no ante renombradas personalidades o científicos relevantes sino ante
un público compuesto de personas como usted y como yo.
Gente
común a la que explicó por qué la gravedad es una distorsión del espacio-tiempo,
cómo el tiempo, en cercanía de la masa, se comporta de forma diferente e,
incluso, por qué era probable que existieran agujeros negros ¡Casi ná!,
purita relatividad gravitacional.
De la TGR, 1915
Una concepción mecánica relativista de la gravedad que empezó a elucubrar en privado en 1907 y, tras no pocos comienzos y desviaciones, vio la luz pública en ese primerizo día juniano de 1915, para no sustanciarse hasta unos meses después, el 11, 18 y 25 de noviembre y el 2 de diciembre de 1915.
Con
la presentación oficial a la Academia Prusiana de las Ciencias de una
teoría que cambiaría para siempre el modo en el que la humanidad veía el universo;
un artículo que contenía las que hoy son conocidas como “Ecuaciones de Campo
de Einstein”.
Aquellas
que constituyen su núcleo duro y especifican cómo la densidad local de materia-energía
determina la geometría del espacio-tiempo. Porque para Einstein tiempo y
espacio van juntos, de la mano, y la concentración de masa hace que el tiempo
varíe y se desvíe la luz; el hecho de que el espacio se expanda es una
consecuencia de la Teoría de la Relatividad General.
Recordarle tan solo que, hasta este momento, y desde hacía siglos, el hombre pensaba que espacio y tiempo eran conceptos absolutos, eternos e inmutables, ya, pero en esto llegó Albert, y mandó parar. Pero vamos, que tampoco es que dijera que todo era relativo. No. No es eso, no es eso.
De la TGR, 2025
Años
después el físico teórico estadounidense John Archibald Wheeler (1911-2008), que para esos entonces aún no
había ni nacido, nos dejaría la perla ‘El espacio-tiempo le dice a la
materia cómo moverse y la materia le dice al espacio-tiempo cómo curvarse’.
Bellísima.
Del
auditorio berlinés, vuelvo a la rabiosa actualidad, sepa que en su escenario
está colocada estos días una representación del científico alemán, una figura procedente
del museo de cera de la capital alemana de 1,65 m de altura, unos 20 kg de masa
y vestido sui generis. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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