Hace un par de semanas, y en el plazo de cuatro días, me coincidieron dos agradables acontecimientos bien diferenciados entre sí, quiero decir sin una aparente conexión en principio entre ellos ni por geografía, contenido o continente. Nada.
Inconexos
ya le digo, pero resulta que el azar (¿juega Dios a los dados con la naturaleza?)
me los unió al menos por un par de vínculos o así lo quiero o puedo aprehender.
Le pongo en antecedentes.
Los
sucedidos fueron algo tan dispar como una corrida de toros, a las siete de la
tarde del pasado sábado 31 de mayo, y una conferencia cuatro días antes, a las
siete y media del martes 27; uno tuvo lugar en el coso de Sanlúcar de Barrameda
y otro en el salón de actos del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla.
Y los protagonistas de ambos acontecimientos fueron sendos edificios, de un lado el recinto taurino sanluqueño y de otro un secular laboratorio científico hispalense, el Laboratorio Municipal de Sevilla. Los nexos entre ellos los dejo a su sentido común y sagacidad porque suenan clarines, empieza la función. Vayamos con protagonistas y sucedidos.
Coso El Pino, 1900
Es
como se conoce también al primero de los edificios que le traigo, un inmueble
histórico de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en el que se celebran corridas de
toros y otros espectáculos públicos y del que, desde el punto de vista
taurómaco, le daré unas pinceladas.
Está
catalogado como plaza de tercera categoría, su ruedo cubierto de amarillo
albero brillante mide treinta y siete metros (37 m) de diámetro y el recinto
cuenta con unas 5400 localidades. No está nada mal, me gusta este redondel gaditano.
Y aunque en torno al siglo XVI ya se celebraban espectáculos taurinos en diferentes espacios sanluqueños que se habilitaban, plazuelas y ruedos de madera y, tras su prohibición en el XVIII por Felipe V se retomaron dichos festejos construyéndose plazas temporales de maderas en diferentes ubicaciones, incluso algunas fijas, no fue hasta las demoliciones de 1894 y 1898 de las mismas que se decidió construir la actual Plaza de Toros.
Toponimia
Se
hizo en el último año del siglo decimonónico, es decir en 1900, año
finisecular, y además donde antiguamente se encontraban unos jardines conocidos
como de El Pino, de donde proviene el topónimo en este caso botánico.
Aunque
a este respecto, como suele ocurrir en los tendidos, hay división de opiniones
pues también se habla, como causa del mismo, de la existencia de un enorme pino
en sus proximidades que servía de punto de referencia para la navegación en el
río Guadalquivir, un motivo digamos marinero, lo que pudiera ser. (Continuará)
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