jueves, 26 de junio de 2025

DCPS. Plaza de San Agustín (1)

Con una longitud de 130 m y ubicada en el barrio de San Bartolomé del distrito Casco Antiguo (41003), esta pequeña y triangular plazuela al inicio de la calle Recaredo y en plena Puerta de Carmona debe su nombre, desde el siglo XV, al hecho de estar inmediata al convento de padres agustinos de igual advocación que allí existió.

Un convento de San Agustín fundado extramuros a finales del siglo XIII o comienzos del siguiente, que ocupaba la manzana de Recaredo esquina a Luis Montoto y sufrió el terremoto de 1755 que lo semi derruyó.

Y que tras ser reconstruido fue exclaustrado, ocupado en 1808 por las tropas francesas y utilizado como cuartel, hospital, cárcel, y almacén de maderas. Es más, después de servir de presidio entre 1843 y 1873, pasó a ser mercado provisional de abastos para, a principios del siglo XX ser demolido en buena parte, aunque aún hoy se conservan elementos del mismo, ensamblados en algunas casas de la manzana.

San Agustín y el tiempo

Del escritor, teólogo y filósofo argelino Agustín de Hipona (354-430) -también conocido como Doctor de la Gracia, considerado máximo pensador del cristianismo del primer milenio y uno de los más grandes genios de la humanidad, no en vano es uno de los cuatro Padres de la Iglesia-, del santo digo, quizás le haya sorprendido su presencia en esta tribuna, pretendida científica y divulgativa.

Si es así comprendo su reserva inicial, pero es que el obispo de Hipona, además de su enorme e intelectual bagaje formativo era muy listo y curioso, y por meterse se metió en las cosas del tiempo, no dudando en poner negro sobre blanco la perplejidad que le generaba su noción.

La misma que él expresa de una archiconocida y paradójica manera, «¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Si debo explicarlo ya no lo sé», de su no menos conocida obra Confesiones (397-398).

Una, en apariencia, simple pregunta para la que ofrecía, en principio, una más que decepcionante respuesta, pero qué quiere, al fin y al cabo, corría el siglo V de nuestra era, sin embargo...

Concepción agustiniana del tiempo

“En principio”, le decía más arriba respecto a la respuesta porque, a partir de esa perplejidad, el santo ensayó una fecunda reflexión ontológica sobre la naturaleza del tiempo y su relación con la eternidad.

Y del hecho que el Dios cristiano era un Dios creador, pero no creado, deriva que su naturaleza temporal es radicalmente distinta de la de sus criaturas; él está fuera del tiempo mientras que los seres humanos somos entidades estructuralmente temporales. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

[**] El original de esta entrada fue publicado el 17 de febrero de 2025, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.

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