domingo, 16 de octubre de 2016

Éter de Morton (y 2)

(Continuación) En la actualidad con el término anestesia se hace referencia:
  (1) al efecto producido, es decir la ausencia temporal de sensibilidad en una parte del cuerpo o en su totalidad;
  (2) al acto médico controlado con el que se bloquea la sensibilidad táctil y dolorosa de un paciente y
  (3) a la sustancia química que produce esta pérdida o ausencia temporal de sensibilidad.

Sustancia de la que aún no les he dicho su nombre, su nombre químico.

Química bachillera del éter
Desde el exclusivo campo de la química han de saber que el término éter tiene tres (3) acepciones.

Uno a nivel molecular o microscópico que hace referencia a un grupo funcional en particular.

Grupo funcional en general entendido como un átomo o conjunto de átomos unidos a una cadena carbonada de compuestos alifáticos (R) y/o aromáticos (Ar), y cuya combinación de nombres se revela como una potente nomenclatura sistemática para denominar a los compuestos del carbono.

En nuestro caso, en química orgánica y bioquímica, un éter es un grupo funcional del tipo R-O-R', en el que R y R’ son grupos alquilo y O es el átomo de oxígeno al que están unidos. Esta es la primera de las acepciones.

Pero la palabra éter tiene otros dos significados, estos a nivel molar o macroscópica.

Con el primero se designa a cualquier compuesto químico orgánico, cuya molécula contenga a ese grupo funcional. Es la segunda acepción.

Unos compuestos que se nombran bien interponiendo la partícula “-oxi-” entre los dos radicales o, normativa IUPAC, nombrando los dos radicales por orden alfabético, seguidos de la palabra “éter”.

Por último y yendo a nuestro anestésico, el término éter se emplea también para referirse exclusivamente a uno de ellos, en concreto al etoxietano, dietil éter o éter etílico, de fórmula desarrollada CH3CH2OCH2CH3.

Que es el compuesto químico que el dentista W. Morton utilizó como anestésico hace ciento setenta años por primera vez. Por cierto, un par de anécdotas acerca del éter anestésico.

Más química bachillera del éter
Una está relacionada con su descubrimiento. Algunos exégetas piensan que pudo haberlo aislado en 1275 el polifacético mallorquín Raimundo Lulio (1232-1316), del que dicen también inventó la rosa de los vientos y el nocturlabio.

La primera, la rosa de los vientos, es un símbolo con forma de círculo que tiene marcados los rumbos en los que se divide la circunferencia del horizonte.

Y el segundo, el nocturlabio, es un instrumento para medir el tiempo en función de la posición de una determinada estrella en el cielo nocturno.

La otra anécdota está vinculada con otro de los nombres con el que es conocido, éter sulfúrico.

La razón del mismo procede de uno de los métodos comerciales que existen para su producción y que consiste en la deshidratación intermolecular de alcoholes por la acción del ácido sulfúrico (H2SO4).

Discúlpenme la nota sabihonda química de esta última parte de la entrada. Ya saben deformación profesional.

Y para ir acabando les diré que sólo hemos hecho una referencia química a la palabra éter. Desde el campo de la ciencia y la pseudociencia existen al menos un par de acepciones más, de lo más interesantes.

Pero hoy solo tocaba la referida la del 16 de octubre de 1846. Uno de los días que cuentan.



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