Como cada último domingo de marzo desde hace ya cuarenta y tantos años, los españoles nos aprestamos para adelantar nuestros relojes. Y si bien cada uno lo hace cuando puede o quiere, incluso me sé de quién no la cambia nunca, lo que toca es que, oficialmente, las 02:00 de la madrugada, hora peninsular y balear, pasen a ser las 03:00. Naturalmente en el archipiélago canario el cambio se producirá a la una, que pasará a ser las dos, ya saben, una hora menos.
En cualquier caso, en
todo el país, el día tendrá oficialmente una hora menos, de sueño quizás para
muchos, y con el adelanto estrenaremos una vez más el horario de verano, todo esto dicho para España, ya que las fechas
del cambio de hora en todo el mundo varían según el país. En total son ochenta
y seis (86) los que aplican esta medida para, supuestamente, regular el ahorro
de energía eléctrica y aprovechar mejor las horas de sol. Supuestamente digo
porque se trata de una efectividad que, como seguro habrán leído, está cada vez
más en entredicho.
De ahí que el año
pasado la Comisión Europea planteara,
de forma algo precipitada, eliminar este doble cambio de hora anual dejando,
como no puede ser de otra forma, la decisión en manos de cada gobierno aunque, eso
sí, con un plazo marcado de tiempo. En principio tenían hasta este marzo de
2019 para notificar su decisión de aplicar de forma permanente, bien la hora de
verano o bien la de invierno, de modo que el último cambio obligatorio tendría
lugar el 31 de marzo de 2019, fecha a partir de la cual no se cambiaría más.
Ya. Como declaración de intenciones está bien, pero es sabido que una cosa es
la teoría y otra bien distinta la práctica. Y a las pruebas me remito.
No, a la abolición por ahora
Resulta que, tras
pensárselo durante estos meses, la mayoría de los eurodiputados han rechazado
la propuesta de Bruselas para acabar con el ritual de adelantar y atrasar el
reloj. Prácticamente toda la Eurocámara pide más tiempo, y pospone ese momento
un par de años más, hasta 2021. Es evidente que la certeza que el Ejecutivo
comunitario tenía sobre la conveniencia de la abolición del cambio, los
gobiernos de los países no la comparten en absoluto.
Desde los más
entusiastas al principio en abolirlo (Alemania, Lituania, Finlandia, Estonia,
Letonia y Croacia), y que ahora ya no lo tienen tan claro y piden tiempo, no ya
para el cambio que ha de ser consensuado a nivel comunitario, sino también para
la elección del huso horario del
país que, como saben, es potestativo de cada gobierno. Hasta Irlanda, Holanda,
República Checa, Eslovaquia, Suecia, Francia o la misma España, que siguen sin
tener una posición oficial y sí muchas dudas al respecto.
Pasando por los que,
de manera firme, se oponen a la idea de acabar con el doble cambio horario
anual, con la vecina Portugal a la cabeza seguida del Reino Unido y Grecia. Todos
han retrasado la toma de decisión, que afecta también a la elección del huso
horario, de exclusiva competencia nacional, a fin de coordinarse con sus
vecinos. No es cuestión de generar un caos de husos horarios en Europa, con
países limítrofes que tengan horas distintas. (Continuará)
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