lunes, 25 de marzo de 2019

VCM-22. Schmidt o el científico que narró su propia muerte

(Continuación) Karl. P. Schmidt (1890-1957) o el herpetólogo estadounidense que narró su propia muerte por la mordedura envenenada de una serpiente, en concreto una culebra arborícola de El Cabo.
Del científico, uno de los más destacados del pasado siglo XX, solo detallar que si bien no descubrió muchas especies, sí escribió las primeras descripciones científicas de más de 200 taxones, incluidas 69 especies de reptiles. Y fue autor de más de 200 artículos y libros, incluyendo Living Reptiles of the World de 1957, su libro más exitoso a nivel internacional. Una buena trayectoria como científico.
La ‘boomslang’ y su veneno
De la serpiente sabemos que era un joven ejemplar de ‘boomslang’ (Dispholidus typus), en principio un animal dócil, tímido y que huye con facilidad pero que, cuando es provocada, ataca mordiendo con fuerza, con toda la boca abierta, ya que los colmillos ponzoñosos están en la parte posterior del maxilar superior.
Unas mordeduras que, por lo general, solo se producen cuando las personas las intentan manipular o atrapar, y con dicha acción inoculan su veneno que es altamente mortífero, pues bastan unos pocos miligramos para acabar con la vida de una persona.
Se trata de una hemotoxina que inhabilita el proceso de coagulación de la sangre, por lo que la víctima puede morir como resultado de hemorragias internas y externas. Un proceso que viene acompañado de otros signos y síntomas como: dolor de cabeza, náusea, somnolencia y desórdenes mentales varios.
Es un veneno que actúa de forma lenta, por lo que los síntomas puede que no se manifiesten hasta muchas horas después de haberse producido la mordedura lo que por un lado es bueno, pero es malo por otro. Bueno porque, si se es conocedor del peligro, da tiempo para procurarse el antiveneno. Y malo si, por el contrario, se ignora dicho riesgo y se subestima, al no manifestarse de entrada ningún síntoma, la seriedad de la mordedura. Que por desgracia es el caso del estadounidense.
El sucedido científico
Todo empieza cuando en septiembre de 1957, el científico recibió un ejemplar de Boomslang para que lo examinara en su laboratorio del Field Museum en Chicago y, por desgracia, resultara mordido por el animal en la tarde del 25 de septiembre.
Por las razones que fueran, parece ser que Schimdt no pensó que la dosis fuera mortífera así que, como buen científico, empezó a registrar de forma detallada la sintomatología y progresión del veneno en su organismo. Y lo hizo prácticamente hasta el fatal desenlace, como consecuencia de fuertes hemorragias internas. Una secuenciación de todo el proceso que duró veinticuatro horas (24 h), pues la última entrada en el protocolo del cuaderno de laboratorio está fechada la mañana del 26 de septiembre de 1957 alrededor de las 14:00, y Karl P. Schmidt cayó en coma y murió a las 15:15.
En dicho registro detalló su progresivo deterioro narrando cómo comenzó a tener vómitos, a sangrar de forma intermitente por la nariz y la boca, y cómo, sin embargo, logró conciliar el sueño esa noche. A la mañana siguiente detectó sangre en la orina, sufrió un fuerte dolor de estómago y de fiebre, entre otros síntomas. El deterioro se extendió al cerebro anulando hasta el temido desenlace. Y de todo ello mantuvo un registro, describiendo el progreso de su envenenamiento. (Continuará)
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