(Continuación) Como les decía son un conjunto de reflexiones, tanto personales como científicas,
del genio físico padre de las teorías de la relatividad del siglo XX, y que en
estos días ha sacado a la luz la prestigiosa Universidad Hebrea de Jerusalén. Y
a la vista de sus manos, vayamos primero con lo personal.
Escritos personales. A su hijo Hans Albert
En la muestra del Archivo hay varios ejemplos de esta correspondencia
personal que, en cierto modo, ayudan a comprender mejor el perfil humano y
político de su autor.
Entre ellas una carta que en 1935 envia a su hijo Hans Albert, residente entonces en Suiza con
su madre Maric Mileva ya separada de Albert, y que
arranca con unas disculpas por no haber respondido antes, ya que se encontraba:
“tan en las garras del demonio matemático
que no me dedico a escribir nada personal, porque estoy persiguiendo objetivos
desesperados y mi cabeza no sirve para nada de carácter contemplativo”.
En la misma continúa expresando su inquietud ante el peligro de que estallara
una nueva guerra en Europa, aunque con esperanzas de paz: “Leo con un punto de preocupación sobre el auge de movimientos en Suiza
auspiciados por los bandidos [nazis] alemanes. Pero creo que incluso en
Alemania las cosas están esperando a cambiar lentamente. Esperemos que no se
produzca otra guerra en Europa”.
Quedan
evidentes en el documento epistolar, los preocupantes sentimientos del hombre (era
judío nacido en Alemania) sobre el clima político imperante en la Europa de la
época. Por desgracia, y como bien saben, tanto sus predicciones políticas como
sus últimas hipótesis científicas, resultaron iguales de desacertadas e inexactas.
En esta misma carta hay unos renglones en los que exégetas de la Universidad
Hebrea creen que califica nada menos que de fraude, al fundador del psicoanálisis. Como lo leen y ya que
están al tanto de lo que opino al respecto, sobre la
suspecta disciplina y su autor, Sigmund Freud, lo dejo aquí.
Escritos personales. Michele Besso
También nos encontramos con una carta que Einstein escribe tras la
muerte de su amigo de juventud y compañero de estudios en el Instituto Politécnico de Zúrich, el ingeniero suizo Michele Besso (1873-1955), a sus
familiares en Ginebra.
“Él se ha ido ahora de este
extraño mundo, un poco antes que yo. Esto no tiene ningún significado. La gente
que, como nosotros dos, cree en la física sabe que discernir entre el pasado,
el presente y el futuro es solo una ilusión obsesiva”, les en sus palabras de pésame.
Una carta con carácter premonitorio pues Besso murió el 15 de marzo y
tan solo un mes y tres días después, el 18 de abril, lo hacía Einstein.
Precisamente dirigidas a Besso, aunque con bastante anterioridad, casi
cuarenta años antes, también se muestran tres (3) cartas escritas en 1916 por
el genio, aunque éstas ya de naturaleza científica. (Continuará)
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