domingo, 24 de marzo de 2019

VCM-21. TOXICOLOGÍA QUÍMICA Y RADIACTIVA. SIGLO XX (2ª MITAD)

(Continuación) Y por supuesto que, en la segunda mitad del siglo, tampoco faltan casos de científicos que (per)dieron su vida por la ciencia y que merece la pena mencionar.
Entre ellos los hay que tuvieron mala suerte, no faltaron otros que murieron por su exceso de confianza y, por supuesto estotros que, sencillamente, se suicidaron. Pero de nuevo volvemos a los venenos clásicos: que si un poco de cianuro, que si otro tanto de mercurio, que, por qué no, una hemotoxina agente. En fin.
Turing y la manzana envenenada
Alan Turing (1912-1954), matemático y lógico británico que está considerado como uno de los padres de la ciencia de la computación y un precursor de la informática moderna.
Un hombre que, en el campo de la inteligencia artificial, proporcionó una influyente formalización de los conceptos de algoritmo y computación, a través de la concepción de lo que conocemos como el Test de Turing (1950), una prueba de la habilidad de una máquina para exhibir un comportamiento inteligente, similar al de un ser humano o indistinguible de éste.
Claro que, durante la Segunda Guerra Mundial (SGM), también trabajó en descifrar los códigos secretos nazis, particularmente los de la conocida máquina Enigma. Se estima que gracias sus estudios (1940), se pudo acortar la duración de esa guerra entre dos y cuatro años. Y tras la guerra diseñó los primeros computadores electrónicos programables digitales. Por completar su fotografía, Turing fue también criptógrafo, filósofo y corredor de fondo. Como lo lee.
Sin embargo, el hecho de aparecer en este negro sobre blanco está relacionado con su muerte, y no tiene tanto que ver con ese progreso científico en el que colaboró de manera tan significativa, como con el progreso social. Que se desencadena cuando, en 1952, Alan acude a la policía para denunciar un robo en su casa y declara que ha sido su propio novio, Arnold Murray, quien había ayudado a los ladrones a entrar.
Curiosamente, el hurto pasó a un segundo plano y el caso es que fue procesado por homosexualidad, acusado de “indecencia grave y perversión sexual”. Encontrado culpable, fue condenado a un tratamiento con estrógenos que le provocó graves daños físicos, incluida la disfunción eréctil.
Su carrera como científico acabó ahí, y como ser humano no duró mucho más. Dos años después, el 7 de junio de 1954, su ama de llaves lo encontraba muerto en la cama. Una muerte que podríamos llamar de cuento, lo digo por el nexo manzanil con Cenicienta. Al parecer, a última hora de la tarde había dado varios mordiscos a una manzana que podría estar envenenada con cianuro. Esa fue la versión oficial que contaron los periódicos, un suicidio mediante una manzana envenenada. Al menos es lo que contaron los periódicos.
Claro que el gusto por las buenas historias ocupó el resto y las leyendas negras empezaron a circular, llegándose a hablar hasta de un asesinato pues lo cierto es que, si bien había cianuro en su cuerpo y en un laboratorio contiguo a su cuarto, nunca se hizo la prueba a la manzana.
Casi sesenta años después, el 24 de diciembre de 2013, la reina Isabel II promulgó el edicto por el que se exoneró oficialmente al matemático, quedando anulados todos los cargos en su contra. En realidad, lo que firmó fue una orden de gracia y misericordia concediéndole el perdón por la pena. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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