domingo, 3 de marzo de 2019

VCM-16. ¿Fue Sócrates suicidado sólo con cicuta?

(Continuación) Les dejé hace unas semanas, abríamos con Sócrates, con la incertidumbre de si lo suicidaron sólo con cicuta, dado lo horrible y abominable que resulta la muerte con semejante veneno. Y es que llama la atención que, en la descripción legada por Platón, no se especifiquen y ni siquiera se mencionen los violentos síntomas que este tipo de envenenamiento produce.
Una especie de recelo intelectual sobre el uso exclusivo de la cicuta socrática que aumenta cuando, al referirse a ella, Platón emplea el término «farmakon», que en griego significa lo mismo veneno que remedio.
Y es que tanto los egipcios como los griegos utilizaban cicuta pulverizada mezclada con grasas animales, para aplicarla en heridas e intervenciones quirúrgicas. «Farmakon» y no «koncion», que era la palabra que los griegos utilizaban para referirse a la cicuta como veneno ¿Por qué entonces Platón usó la palabra «farmakon»?
Unas sospechas meramente teóricas que en el siglo XVIII, cuando la historia y la ciencia empezaron a adquirir un sentido más crítico, hicieron pensar que quizás, la muerte de Sócrates pudo venir de la mano de la cicuta mezclada con opio. Una hipótesis empírica, propia de los tiempos modernos.
Orfila y Sócrates ¿cicuta con opio?
Una hipótesis venenosa que nos viene de la mano del padre de la toxicología moderna, el médico y químico mallorquín Mateo Orfila (1787-1853), que al respecto escribió:
“Los accidentes determinados por la acción de la cicuta están tan poco de acuerdo con lo que han hablado los antiguos, y sobre todo los griegos, que hoy se cree generalmente que sólo hay una simple analogía de nombre entre la cicuta actual del norte de Europa y la que los atenienses empleaban para la ejecución de los condenados a muerte.
Probablemente en el caso de Sócrates se combinó la cicuta con opio, para que no fuera consciente de su situación hasta el final, puesto que la cicuta no afecta al cerebro”.
Así es como Sócrates, según Platón, pereció. Percibiría en un primer momento pesadez en las piernas, por lo que se acostaría para que el veneno surtiese el efecto esperado, mientras todos sus miembros se enfriaban y perdían sensibilidad en el umbral mismo de la muerte.
Por lo que sabemos otros griegos célebres mezclaron la cicuta con zumo de adormideras para que su final fuese más dulce. Una cuestión de gustos. (Continuará)
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