[Esta entrada apareció publicada el 13 de diciembre de 2024, en el semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
El pasado martes10 de diciembre, como se empezó a hacer en 1901, se entregaron en Estocolmo, Suecia, los Premios Nobel de Física, Química, Literatura, Medicina o Fisiología y Economía, mientras se hacía lo propio con el de la Paz en Oslo, Noruega; el de Economía, como es sabido, no forma parte del legado “nobelero” ya que fue establecido por el banco central sueco y concedido por primera vez en 1969.
Pero salvo otras pequeñas y obvias diferencias, todos los galardones
compartieron una regla ineludible, solo pudieron ser otorgados a un máximo de
tres personas por premio; es lo que en 1895 especificó su fundador el químico, ingeniero,
escritor e inventor sueco, Alfred Nobel
(1833-1896), famoso por crear estos premios e inventar la dinamita.
Una pequeña paradoja si consideramos que el fondo económico para otorgar este reconocimiento a personas que dedicaron su vida al progreso de la humanidad, proviene en buena medida del patrimonio generado por dicho invento. Por cierto, este año su importe asciende a once millones de coronas suecas, unos 969 000 €.
Pero volviendo a la norma establecida, tres premiados como máximo por
categoría, con el tiempo se ha convertido en un problema para los comités de
selección de los mismos, sobre todo en ciencias, dada la evolución y desarrollo de las mismas.
Sucede que la imagen romántica del
genio solitario que tiene un momento Eureka hace tiempo que desapareció
(pensándolo bien quizás nunca existió), y lo cierto es que se ha producido una
enorme transformación en este campo del saber humano para ser más ciencia de equipo.
El carácter de la mayor parte de la investigación científica es cada vez más colaborativo y, no solo son más numerosos los grupos que abordan problemas de cada vez más dificultad, auténticas redes internacionales de colaboración, sino que puede suceder que tras una línea de investigación estén varios equipos sin comunicación entre ellos y, para más inri, realicen el descubrimiento simultáneamente. (El arte es "yo". La ciencia es "nosotros").
Y claro, si son varios los equipos implicados, ¿a cuál destacar?, y si es
uno sólo, ¿a qué tres miembros elegir; lo dicho, esta regla es, desde hace
tiempo, un auténtico dolor de cabeza para los respectivos comités, y al parecer
sin solución a corto y medio plazo.
Según fuentes oficiales no hay por ahora planes, ni pretensión, de
cambiar esta norma de los estatutos de la Fundación Nobel, encargada de
cumplir las intenciones contempladas en el testamento.
Una situación que, como imagina, suscita no pocas críticas ya que a veces generan controversia y resentimiento sobre quién es elegido y quién no. No olvidemos que, si bien la cuantía económica es importante, ni que decir tiene que, quizás para algunos, no sea lo que más le importe. (Todo necio confunde valor y precio).
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si desean ampliar información sobre ellas.
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