(Continuación) Un cambio geográfico de referencia y tipología, y de medallón vertical a calle horizontal y es que, no en vano, le traigo a esta saga luliana dos reconocimientos sevillanos al científico y otros dos en primera y segunda derivada a sus inventos que ya le adelanto: uno es la céntrica Rosa de los Vientos, y otro, la no tan céntrica Plaza del Reloj.
No, no le doy más pistas por ahora de su ubicación y
vuelvo al segundo reconocimiento, la vía que nos trae hoy rotulada en honor al
científico y situada al este de la ciudad con sus 178 m de longitud, que
discurren entre la calle Azorín y la calle Costa y Llobera (41006).
Pertenece a la barriada de la Plata, en el distrito Cerro-Amate, está rotulada desde 1973 en honor al polígrafo palmesano y nada más que decirle de la vía, por lo que aprovecho para contarle algunas otras curiosidades del nocturlabio también llamado ‘nocturnum horologium’ y del que le dije fue su inventor.
‘Nocturnum
horologium’
Se trata de un instrumento de navegación pues conocer el paso
del tiempo es importante en el pilotaje durante una travesía, por ejemplo, para
el cálculo de las mareas; de hecho algunos modelos incorporan gráficos de las
mismas, sobre todo de los puertos más importantes.
Y aunque a lo largo del siglo XVI, instrumentos como astrolabios
y azafeas permitían navegar teniendo como referencia el firmamento, estos
no permitían el cálculo de las horas nocturnas, importante para una entrada
segura en los puertos y, sobre todo, para estimar el tiempo de navegación hacia
occidente.
Gracias a su uso en la medición y a verificar los valores
en las tablas realizadas por Girolamo della Volpaia (1582), se podía obtener
la hora con un error máximo de diez minutos, lo que no está nada mal.
El nocturlabio fue muy utilizado en navegación a finales del XVI y principios del XVII -con la finalidad de averiguar la hora nocturna mediante la posición de las estrellas circumpolares- y estuvo presente hasta la invención de los cronómetros en el siglo XVIII, que posibilitaron una mayor precisión en los cálculos de tiempo y longitud.
Por cierto, durante la sevillana Expo’92, en el
pabellón de Italia conocido también como “Palazzo Italia”, situado en la actual
calle
Isaac Newton, estaban expuestos algunos de estos
instrumentos de navegación.
El árbol de la ciencia (1296)
Entre las 280 obras reconocidas, escritas inicialmente en
catalán y árabe -no olvidar la encrucijada cultural (cristiana, islámica y
judía) que era Mallorca en esa época- destaca la más importante quizás de Lulio
en sentido enciclopédico, El árbol de la ciencia, formada por un número
tal de volúmenes que hasta donde me consta aún no se ha editado completa. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue publicado el 29
de julio de 2024, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario
digital Sevilla Actualidad.
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