miércoles, 4 de diciembre de 2024

Carl Sagan (y 2) [CR-291]

[Esta entrada apareció publicada el 29 de noviembre de 2024, en el semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

(Continuación) Siguiendo con las lunas planetarias, el océano subterráneo de agua de Europa fue confirmado con posterioridad de forma indirecta por la sonda espacial Galileo y el misterio de la bruma rojiza de Titán, debida a moléculas orgánicas complejas en constante lluvia sobre la superficie de la luna saturniana, fue explicada con la ayuda de Sagan.

Pero si por algo es conocido, además de lo ya reseñado es por: uno, sus investigaciones sobre la posibilidad de vida extraterrestre, destacando la demostración experimental de producción de aminoácidos a partir de reacciones químicas básicas mediante radiación. Dos, su modelo de llegada de moléculas prebióticas a la Tierra primitiva a través de asteroides y cometas. Y tres, su pasión para buscar vida en otros lugares, incluso más más allá de nuestro propio sistema solar.

En este sentido Sagan participó en una campaña sistemática de búsqueda de radiobalizas extraterrestres llegando a escanear el 70% del cielo junto al físico e ingeniero Pablo Horowitz. También propuso y codiseñó los que son por ahora los embajadores más distantes de la humanidad, me refiero a las placas y los discos de oro que están en las sondas espaciales Pioneer y Voyager.  

Pioneer 10 y Pioneer 11 fueron dos de las primeras sondas del programa de exploración espacial de la NASA y fueron lanzadas con un mes de diferencia en la primavera de 1973 portando unas placas con un mensaje visual. Igualmente, pero en el verano de 1977 fueron lanzadas las Voyager 1 y Voyager 2 llevando en esta ocasión unos discos fonográficos de cobre bañado en oro de 30 cm de diámetro, su nombre de lo más descriptivo, ‘The Sounds of Earth’ (Sonidos de la Tierra).

De estas sondas se estima que tardarán unos 40 000 años en alcanzar Próxima Centauri la estrella más cercana a nuestro sistema solar a unos 4,3 al de distancia, mucho tiempo a escala humana, de ahí que, conocedor de que era poco probable que los extraterrestres encuentren estos artefactos alguna vez, Sagan solo pretendiera con ellos que la gente tomara conciencia de la posibilidad de comunicación con otras civilizaciones.

Con posterioridad impulsó el programa SETI (acrónimo en inglés de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) junto a su colega Frank Drake, creador de la famosa fórmula (1961) que determina deben de existir miles de civilizaciones inteligentes ahí fuera, si tenemos en cuenta la magnitud del Universo.

No, no son pocos logros los de Sagan a los que añadiría: su promoción y lucha por la búsqueda de la verdad, el pensamiento crítico, el método científico, el escepticismo, y la educación y alfabetización científica. Sin olvidarnos que sus libros no solo han inspirado a generaciones de científicos, sino que también han atraído hacia la ciencia a innumerables lectores no expertos en ellas. ‘¿Hay alguien ahí fuera?’.

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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