martes, 8 de enero de 2019

‘Chang’e 4’: Biosfera lunar

(Continuación) Y otro de los objetivos es estudiar el mega impacto espacial, responsable de la formación de la cuenca del alunizaje, que fue tan poderoso como para atravesar la corteza del satélite y llegar hasta el mismo manto lunar. De ahí que los científicos estén interesados en estudiar cualquier roca del mismo manto que estuviera expuesta a dicho impacto.
Naturalmente también esperan poder analizar porciones de la lámina de roca fundida que habría llenado la cuenca, lo que les permitiría identificar variaciones en su composición. Y claro, estudiar el regolito de la cara oculta de la Luna, es decir las rocas y el polvo que forman la superficie del satélite.
Biosfera lunar
Pero la misión de la Chang’e 4, además de estos estudios inorgánicos, incluye también otros experimentos de naturaleza orgánica. Y para ello ha llevado hasta el satélite un contenedor estanco elaborado por estudiantes, de tres kilogramos (3 kg) de masa, que permite el paso de la luz y con material adecuado para realizar unos interesantes estudios biológicos. Verán.
De un lado contiene huevos de gusano de seda, cuya evolución será grabada en vídeo para ser controlada desde la Tierra, y de otro, semillas de patata y de la planta herbácea Arabidopsis thaliana, para observar su germinación, crecimiento y respiración en las condiciones de baja gravedad de la superficie lunar. Como saben la intensidad gravitatoria en el satélite es una sexta (1/6) parte de la terrestre: gL = 1/6 gT.
La idea es comprobar si insectos y plantas pueden nacer y crecer de manera conjunta. Si es así, las larvas producirían dióxido de carbono, CO2 (g) durante la respiración, mientras que las plantas germinadas liberarían oxígeno, O2 (g) mediante el proceso de la fotosíntesis.
Con suerte, entre plantas y gusanos, se establecerá una sinergia simple dentro del contenedor, una especie de mini biosfera lunar que, en tono poético, podríamos anunciar como la producción de la “primera flor en la Luna” y, más prosaicamente, como la consecución de un test pionero sobre la fotosíntesis y la respiración de organismos en gravedad lunar.
Antecedentes
Pionero en gravedad lunar les decía, pues estos experimentos ya se realizaron con anterioridad en el espacio. En concreto, a bordo de la estación espacial soviética Saliut 7, cuya tripulación consiguió en 1982, hacer crecer unas matas de la misma Arabidopsis. Fueron las primeras plantas en florecer y producir semillas en el espacio, llegando a sobrevivir cuarenta (40) días.
Es decir, que ya sabíamos que las plantas pueden crecer bien en condiciones de micro gravedad, pero no se había comprobado aún si es factible con una biosfera controlada en la superficie de la Luna.
Además, en la Estación Espacial Internacional, estos seres vivos estaban bajo la protección de los Cinturones de Van Allen, dos zonas de la magnetosfera terrestre donde se concentran grandes cantidades de partículas cargadas de alta energía, que actúan a modo de escudo protector.
Una protección contra la radiación cósmica, la de los cinturones de Van Allen, que no llega hasta nuestro satélite, un inconveniente sin duda, de ahí la importancia del experimento de la Chang’e 4 para comprobar si pueden crecer organismos vivos sometidos a ella.  
Pero hablando de inconvenientes, gracias a sus especiales circunstancias, esta misión es también una oportunidad única tanto, para el estudio de los efectos del viento solar sobre la superficie de la Luna, como para el avance de la radioastronomía. (Continuará)
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