(Continuación) Precisamente
fue uno de estos objetos el que, al salirse de su órbita, pudo protagonizar la extinción no solo de los dinosaurios, sino de la mayor parte de la vida marina en nuestro planeta, hace
unos sesenta y ocho millones (68 000 000) de años.
Con la información que extraigamos de esta exploración, es más que posible
que ampliemos nuestro conocimiento sobre los asteroides que podrían impactar en
la Tierra lo que, estarán conmigo, tiene su importancia. Al menos eso opinan en
la revista científica Astrobiology
Magazine.
Por otro lado, estos cuerpos contienen
recursos naturales como agua, sustancias orgánicas y metales, que podrían ser vitales tanto
en el desarrollo económico del planeta como en el de la exploración espacial
futura. Bueno, sin proponérmelo, les he dejado dos o tres flecos divulgativos sueltos
de lo más interesante, que habrá que hilvanar en otra ocasión.
Y como no deseo dejar uno más, no se lo he comentado hasta ahora pero han
de saber que, tanto esta misión de la Osiris-Rex,
como la de la New Horizons y la de Juno que explora Júpiter, forman parte del programa Nuevas Fronteras de la NASA.
La cuestión mitológica de los
nombres: Bennu
Empezando por el asteroide, que
fue descubierto el 11 de septiembre de 1999 y en principio se le designó como 1999 RQ36, ya saben cómo funciona la cosa
nominativa astronómica. Sólo cuando fue seleccionado como destino de la sonda
espacial Osiris-Rex, la Sociedad
Planetaria convocó un concurso público para ponerle otro nombre más popular.
Y entre más de ocho mil (8 000)
propuestas recibidas, el comité seleccionó la de un niño de nueve (9) años, Michael Puzio, que por aquel entonces
estudiaba tercer grado en una escuela de Carolina del Norte. El nombre que
propuso, Bennu, fue por un pájaro relacionado
con el dios egipcio Osiris. Lo que
estarán conmigo, no deja de ser una asociación sorprendente, tratándose de un
niño de esa edad.
Según la criatura, con los paneles
extendidos y la “aguja” con la que tomaría las muestras materiales del
asteroide, la imagen le recordaba a una garza, que es una de las formas con la
que, en el Antiguo Egipto, se representaba al ave mitológica Bennu, el Fénix griego. No sé ustedes, pero a mí no me cuadra mucho,
al fin y al cabo, son solo nueve años.
La cuestión mitológica de los
nombres: Osiris
Para más inri, la elección del nombre de la sonda por parte de la NASA no
tuvo nada de casual y sí bastante de carga mitológica. El acrónimo Osiris-Rex (del inglés, ‘Origins,
Spectral Interpretation, Resource Identification, Security-Regolith Explorer’) responde
en la historia egipcia con la del dios Osiris
de la resurrección, que encarna además la fertilidad y la regeneración del
Nilo.
Lo que está bien traido pues la
misión espacial tiene como objetivo general, estudiar la composición química
del asteroide y, como específico, encontrar materia orgánica en él, o sea, los
bloques básicos que sirvieron de “ladrillos” para la fabricación de la vida.
Por cierto, un pajarito quizás
egipcio, me dice al oído mientras me sobrevuela los hombros y lee lo que escribo,
que el templo dedicado a Bennu era
célebre por las clepsidras y otros
dispositivos para medir el tiempo que
en él se custodiaban. Un nexo más que dejo al aire, ahora relacionado con la metrología. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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