O lo que es lo mismo, un
pequeño asteoride y la sonda estadounidense que lo orbita. Es
decir, la segunda de las tres (3) misiones espaciales que les anunciaba a
primeros de año que se solaparían en el tiempo, si bien ésta tiene lugar a
mucho menor distancia que la protagonizada por la sonda New Horizons y el objeto Ultimate
Thule.
Otra escala de distancia por supuesto,
pero sin duda un sucedido también singular, pues se trata de la orbitación a un
asteroide a casi un kilómetro y medio (1,5 km) de su superficie. Una maniobra
nunca intentada sobre una roca tan pequeña como ésta, tan solo unos quinientos
metros (500 m) de diámetro, y por ende con una fuerza atractica, ya se la puede
imaginar, microgravitatoria.
Un acercamiento espacial que
tiene lugar a ciento diez millones de kilómetros (110 000 000 km), teniendo como
protagonistas a la sonda Osiris-Rex
de la NASA, el artefacto humano encargado
de realizarlo, y a Bennu, el cuerpo
astronómico.
Sonda Osiris-Rex
Lanzada el 8 de septiembre de 2016 desde cabo Cañaveral, su nombre
corresponde al acrónimo de Origins,
Spectral Interpretation, Resource Identification, Security-Regolith Explorer,
y desde el pasado 3 de diciembre está cartografiando al asteoride, lo que hará durante
varios meses para, aproximadamente en julio de 2020, empezar la recogida de
muestras.
Una operación de
extracción, objetivo final de la misión, en la que tocará el suelo del
asteroide durante cinco segundos (5 s) retirando una muestra de tierra. Con
posterioridad retornará a la Tierra con su cargamento listo para ser
analizado.
De su orbitación sobre el polo
norte, la región ecuatorial y el polo sur de Bennu, se podrán deducir datos acerca de su masa, composición
química, velocidad de giro, forma, etcétera. Y a partir de la tierra extraida, una
valiosa información que podría ayudar a conocer cómo se formaron los planetas y comenzó la vida.
La sonda está dotada de tres tipos
de cámaras (PolyCam, MapCam y SamCam) y entre otros instrumentos cuenta con OLA, un altímetro láser y con tres espectrómetros OTES, OVIRS y REXIS.
Asteroide Bennu
Pertenece al tipo de
asteroides más antiguos del Sistema
Solar y se cree que permanece (casi) inalterado desde que se formó, hace unos
cuatro mil millones (4 000 000 000) de años. De ahí la importancia de su
estudio in situ, al no haberse transformado
los compuestos orgánicos y los aminoácidos
que contiene, básicos para la vida en nuestro planeta.
De manera que Bennu, además de ser un testigo silente de
los orígenes del sistema solar, también podría ser portador de los componentes
químicos básicos para la vida. No olvidemos que cuando estos cuerpos se acercan
a la Tierra e impactan, gran parte de su contenido arde en la atmósfera con lo
que se pierde una parte importante de información.
Y si del cinturón de Kuiper comentamos hace unos días, a propósito de la New Horizons, que vienen los cometas, ahora habría que recordar que,
del cinturón de asteroides, situado
entre las órbitas de Marte y Júpiter proceden los asteroides. (Continuará)
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