(Continuación) Por otro
lado, según la documentación existente, sabemos que Sócrates no luchó contra la sentencia, sino que la aceptó sin
rebeldía alguna, con absoluta serenidad. De hecho, reunió a sus discípulos y se
bebió el veneno mientras conversaban de forma plácida y serena, mismamente,
sobre la inmortalidad, aunque fuera del alma.
Un momento el de la
muerte socrática, que me hace reflexionar en tres direcciones. Una. No me digan
que no es exasperante el tema que escogió, precisamente el de la inmortalidad. Dos.
Estarán conmigo que, dadas las circunstancias, ya hay que tener ganas de
conversar. Lo dicho un insufrible. Y tres ¿Lo
suicidaron sólo con cicuta?
¿Lo suicidaron solo con cicuta?
Vaya por delante que el envenenamiento por cicuta, era un método empleado
habitualmente por los griegos para ejecutar las sentencias de muerte, de modo
que nadie cuestiona que el filósofo murió por su propia mano, tras beber una
copa de la misma.
La duda surge cuando nos planteamos si sólo ingirió
esta ponzoña dado que, por los testimonios con los que contamos, lo hizo
llevándose la copa a los labios y bebiéndola hasta apurarla, sin el menor gesto
de dificultad ni repugnancia.
Cuando en realidad la muerte por cicuta es
abominable, por los violentos síntomas que presenta. En una primera fase, provocada la
excitación del sistema nervioso central, surgen temblores, parestesias,
neuralgias, delirio, alucinaciones y hasta convulsiones.
A continuación, se desarrolla una parálisis
progresiva que alcanza los músculos respiratorios hasta producir asfixia en
pocas horas, sin que el nivel de conciencia se deteriore lo más mínimo. Aunque
eso sí, por increíble que parezca, el final, pero sólo el final, es dulce y
sereno.
Pero en el ínterin, entre la ingesta y ese plácido
final, los síntomas son horribles y de ellos en los escritos al respecto no se
dice ni pío, entonces, ¿lo suicidaron sólo envenenándolo con cicuta, o tomó otros tóxicos que
aliviaran tan terrible sintomatología?
Acerca de la cicuta
La cicuta (Conium maculatum) es una especie botánica de planta bianual con
flor herbácea, que pertenece a la familia de las Apiáceas y al género Conium.
Una planta que
desprende un olor nauseabundo al romperla o restregarla, y que es
extremadamente tóxica ya que toda ella contiene alcaloides, entre los que se destacan glucósidos flavónicos y cumarínicos,
además de la coniína, una neurotoxina
que inhibe el funcionamiento del sistema nervioso central produciendo el
llamado ‘cicutismo’.
Ni que decir tiene que su ingesta puede suponer
un riesgo para la salud, pues su efecto es semejante al curare. Hablamos de un veneno.
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