Es el tercero de los hitos espaciales con el que nos estamos
desayunando este inicio de año, y el que, tanto en el orden espacial como
temporal, se produce a nivel cuantitativo con valores más próximos a nosotros.
A título espacial pues ha ocurrido en la Luna, a una distancia media de unos trescientos ochenta y cuatro
mil cuatrocientos kilómetros (384 400 km). Un valor nada comparable con los
ciento diez millones de kilómetros (110 000 000 km) a los que se produjo el
acercamiento de la sonda Osiris-Rex
y el cuerpo astronómico Bennu.
Y por supuesto irrelevante al lado de los seis mil cuatrocientas treinta
millones de kilómetros (6 430 000 000 km), a los que tuvo lugar el de la sonda New Horizons y el objeto Ultima
Thule.
Y temporal porque la sonda no tripulada Chang’e 4 recien alunizada, ya había entrado en órbita lunar
elíptica el pasado domingo 30 de diciembre de 2018, habiendo despegado de la
Tierra el 8 de diciembre hace poco menos de un mes.
Naturalmente quedan muchos aspectos (científicos, técnicos, sociales)
que comentar del primer alunizaje realizado en la cara oculta de la Luna,
detrás del cual no está la NASA sino la CNSA (Administración Espacial Nacional
China), es decir, no los EE. UU. sino China.
Trato de decir que quizás sea una muestra de un renacimiento de la
exploración lunar, una empresa a nivel planetario en la que estarían implicadas,
al menos, seis agencias espaciales, a saber: China, Europa, India, Japón,
Estados Unidos y Rusia. (Continuará)
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