¿Quién no conoce al más
mítico, entrañable y feo de los marineros? ¿Quién no reconoce su ojo tuerto, carácter
gruñón, figura patizamba y esa eterna pipa de mazorca en la boca? ¿Y cómo no
fijarse en sus musculados antebrazos y el ancla tatuada en ellos?
Popeye el marino
Eso, por no traer a cuento su singular forma de hablar y reír, o esa
característica tan suya de adquirir una fuerza sobrehumana cuando come espinacas, y con las que sus bíceps se volvían de acero.
¿Quién por otro lado, no se siente atraído por su fidelidad e irremisible
enamoramiento de Olivia Olivo, flaca
y longilínea como un fideo, y a la que no para de salvar de las garras del
temible Bluto o Brutus, su archienemigo y rival? ¿Quién no se identifica con él?
En mi opinión creo que poca, muy poca gente, por decir alguna y no decir
nadie. Y ahí están los índices de popularidad para confirmar, que son varias
las generaciones a las que las aventuras de este valiente marino les ha conquistado
el corazón.
Y eso que este personaje de
caricatura ya es nonagenario, pues
el pasado jueves cumplió noventa (90) años, que se dice pronto y sin embargo
ahí está, con la misma energía de siempre, y siendo desde entonces un icono pop
y motivo de inspiración para los artistas más dispares. Como lo lee.
Sin embargo, ¿cuánto de lo que sabemos de él es cierto? ¿Tienen en
realidad las espinacas tanto hierro como
publicitan? ¿Es verdad que actividades humanas tan distintas como la ciencia, la guerra o la política,
tienen bastante que decir sobre este asunto espinaquero del marino? Son algunas
preguntas que andan en busca de respuesta.
Empezando por el principio
Pero todo en esta vida tiene un comienzo, y el de ‘Popeye el marino’ tuvo lugar el 17 de enero de 1929, que por cierto también cayó en jueves como este
año, una cuestión algorítmica ésta de su cálculo, ya saben. Una afirmación que igualmente
no podemos realizar, acerca del origen del nombre del personaje que, en
principio, es mucho más simple y sencilla.
Todo apunta a que procede por unión, de la expresión inglesa Pop Eye, “ojo saltón”, en clara referencia
a su ojo tuerto, una minusvalía propia de los marineros de aquella época y su
peligrosa actividad. Por cierto, ¿cómo perdió el suyo Popeye?
El fornido marino aparece por primera vez en la tira de cómic ‘Thimble Theater’ del diario King Features pero ojo porque, desde
diez años antes, en 1919, ya se
estaba publicando en el periódico The New
York Evening Journal y en él las viñetas, curiosamente, tenían como
protagonista principal a ella, a Olivia.
Es decir que Popeye, este entrañable marinero creado por el historietista
estadounidense Elzie Crisler Segar
(1894-1938), comenzó su andadura desde abajo, como personaje secundario de
la trama. Después, su irresistible carisma cautivó al público, terminando por robar
el protagonismo a la que acabaría siendo su mujer. Pero no adelantemos
acontecimientos.
“Ja think I’m a cowboy?”
Por lo que tengo leído, nuestro
héroe aparece en el cómic cuando Olivia -que viajaba con su hermano Castor y su
novio Harold Hamgravy, más conocido como Ham Gravy-, lo contrata para que pilote el barco que le
permitirá encontrar a una criatura legendaria, una mágica gallina llamada Bernice. (Continuará)
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