«¿Qué si sigo defendiendo
que la Tierra es plana? Yo hasta que no me demuestren la esfericidad o la
curvatura en el horizonte, es imposible; o hasta que me enseñen cómo se curva
el agua en los océanos, es imposible».
«A lo mejor me podéis decir que estoy 'chalao' ...
pero estoy seguro de que pasarán años y años y al final la verdad sale a la luz
... os llevan engañando desde que habéis venido al mundo, sois un poco unos ‘pringaos’
... La Tierra es plana, sin ningún tipo de dudas». Unas asertivas, inconexas
y casi ofensivas afirmaciones ante la que le inquirieron lo siguiente.
«¿Si la Tierra es plana, tiene un
final?»
Una pregunta cargada de lógica que el terraplanista se apresuró a responder que SÍ, como seguro sabe, según la no ciencia del terraplanismo nuestro planeta es una superficie circular plana, rodeada por una pared de hielo y cubierta con una cúpula en la que “sale” y se “pone” el Sol todos los días.
Y
la prueba de que tiene un final y que ese muro existe (para que no se caiga el agua,
debe ser) es que no dejan ir a nadie a la Antártida, no está permitido un viaje
con ese destino, como lo lee; según él, es algo que todo el mundo sabe, si vas para
allá, a medio camino, te hacen volver, vamos que «No
me han dejado ir con los pingüinitos».
Ése
fue su peregrino y del todo ridículo argumento, como si no existiera una infinidad
de evidencias, pruebas, documentos, expediciones y testimonios de miles y miles
de personas que la han visitado y siguen visitando cada año.
‘Obras son amores y no buenas
razones’
Sin embargo, él hace oídos sordos, afirma que se cree que no dejan llegar hasta ella, y dice “se cree” porque, curiosamente, él no ha intentado nunca ir, por lo que no lo ha visto en primera persona, y eso que afirmó que «... cuando me retiré del futbol [lo hizo con solo 24 años] viajé por el mundo, por 50-60 países...».
«Podía estar en Chiapas, ... conocí una rusa y me fui tres meses a Cuba,
acabé en Río de Janeiro ... Yo llevaba una hamaca y he dormido muchas veces en
la calle. Ahora vivo de una manera austera».
¿Y
durante esos años de viaje por tantos países del mundo y con semejantes curiosidades,
no se le ocurrió ir a la Antártida en busca de su imprescindible y según él inexistente
prueba de la “redondez terráquea? Pregunto.
No
sé, pero me barrunto que quizás estemos ante otro caso, más frecuente de lo aconsejable,
de hablar mucho pero no hacer nada, o sea que, a lo peor, no va a ser cierto lo
de los pingüinos. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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