martes, 11 de febrero de 2025

¿Síndrome de Kessler? [CR-300]

[Esta entrada apareció publicada el 31 de enero de 2025, en el semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]

Así finalizaba la semana pasada, con esta otra forma de expresar el fenómeno y con la acepción de “síndrome” recogida en el DLE de ‘Conjunto de signos o fenómenos reveladores de una situación generalmente negativa’. Un escenario teórico en el que el número de objetos en LEO podría ser tan grande, debido al efecto dominó y la retroalimentación positiva, que resultaría peligroso por sus consecuencias.

Un valor de “masa crítica” para objetos en el espacio que inevitablemente iniciaría una reacción en cadena de colisiones sin control, un indeseable punto de no retorno pues éstas continuarían incluso si no se pusieran más objetos en órbita; es lo que se conoce como proceso en cadena o cascada de ablación.

Una cascada de colisiones en la que cada una de ellas generaría más y más basura espacial y un mayor riesgo de colisión por ende para satélites y naves espaciales, que inutilizarían del todo la órbita.

Un mal asunto cuya solución podría pasar por diferentes caminos, siendo uno de ellos el dar tiempo al tiempo pues la mayoría de la basura en órbita baja terminará desapareciendo debido al roce con la tenue alta atmósfera.

Sin embargo, hay un problema, este proceso requeriría de cientos o miles de años, demasiado tiempo, que podría reducirse a algunas décadas si dicha basura fuera magnética, y por tanto susceptible de ser atraída también por el campo magnético terrestre. No sé.

Claro que de manera preventiva se podrían diseñar las nuevas misiones de forma que los vehículos o satélites pudieran ser desechados de forma segura al final de su vida útil, bien sea por una reentrada controlada en la atmósfera en caso de órbitas bajas o por el ascenso a una órbita cementerio en el caso de ocupar la órbita geoestacionaria.

Leo que la fricción del aire en las órbitas más bajas las mantiene limpias, por ejemplo, por debajo de 500 km ocurre en cuestión de meses.

Otro asunto es qué hacer con la basura espacial ya existente, cómo recuperarla o eliminarla, una cuestión no menor dada la distancia a la que se encuentra, las altas velocidades que lleva o el pequeño tamaño de la mayoría, unas características mecánicas que lo hacen extremadamente difícil e, incluso, improbable.

Para los fragmentos más grandes existe una tecnología láser, de millones de megavatios de potencia, que se podría utilizar apuntándoles desde tierra de modo que, al ser alcanzado por su luz una parte del mismo se vaporizaría, haciendo que cambiara la excentricidad de la órbita del resto, lo que le haría caer a la Tierra; una idea que aún está en fase de hipótesis.

Por desgracia, para los fragmentos muy pequeños, no tenemos aún ninguna tecnología que nos permita recogerlos, considerando además que se encuentran en muchos planos orbitales diferentes ¿Síndrome de Kessler?

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

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