lunes, 10 de febrero de 2025

DCPS. Calle Orfila (4)

(Continuación) El caso es que Mateo llevaba una intensa vida social que supo compaginar con su actividad científica, realizando contactos que le hicieron ascender en el ámbito político y académico. Su fama crecía y traspasaba fronteras hasta el punto que, se me pasó contárselo antes, en 1815, el Gobierno español le ofreció una Cátedra de Química en Madrid.

Un cargo al que él puso condiciones para aceptar (dotación para una enseñanza eminentemente experimental, plan formativo para dotar de profesores de Química a todas las universidades españolas en el plazo de diez años, y cosas razonables así) y que no le parecieron bien al absolutista y felón Fernando VII, poco propicio a fomentar el avance y el progreso científico, que las rechazó.

Con las mismas nuestro hombre se quedó en Francia, con las consecuencias conocidas, el rey Luis XVIII tuvo un magnífico médico de cámara y nosotros nos quedamos sin el “padre de la toxicología científica”.

Cargos, funciones y trascendencia científica

Hasta su jubilación Orfila llegó a ocupar los más altos cargos y funciones dentro de la medicina francesa y a recibir tantos reconocimientos que su mera enumeración escaparía a los intereses y posibilidades de esta tribuna, de ahí que nos centremos en su labor propiamente científica que se desarrolló en diferentes campos.

La química y medicina legal, donde realizó alguna que otra contribución original y hasta significativa, y la toxicología, en la que destacó de manera brillante hasta el punto de poderse afirmar que con él nace una nueva era en este conocimiento.

Algo que hace posible gracias a su doble formación de médico, educado con una estricta mentalidad anatomo-clínica, y de químico, versado en la emergente nueva química; ellas le posibilitan convertir la toxicología en una ciencia positiva sujeta a un riguroso método científico.

Entre otras innovaciones cabe destacar la de considerar insuficiente el identificar los venenos en las evacuaciones, donde ya pueden no existir o estar alterados, e intentar encontrarlos en los tejidos; así los análisis de las sustancias excretales fueron sustituidos por el examen anatomopatológico y químico de las piezas anatómicas.

Además dispuso en primer plano de la investigación a la autopsia, pasando la historia clínica a un segundo nivel, también demostró empíricamente que la difusión de los tóxicos se realiza por vía hemática y no por vía nerviosa, como se suponía.

Y formula el concepto de antitóxico, sustancia que actúa directamente contra el tóxico y no contra la enfermedad, demostrando que actúa por dos mecanismos: eliminación, como los vomitivos, y neutralización, como la albúmina para el mercurio y el sulfato de sosa para el plomo. (¿Continuará?)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

[**] El original de esta entrada fue publicado el 14 de octubre de 2024, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.

 

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