(Continuación) El caso es que los peritos encargados de descubrir la existencia o no de un envenenamiento analizaban sustancias procedentes del jugo gástrico o de la bilis, entre otros restos humanos, pero difícilmente podían encontrar en ellos los, apenas, rastros existentes.
Química y tribunales de justicia
Consciente de que se trataba de un problema de
metodología, de las técnicas químicas utilizadas y de la sensibilidad de los
instrumentos empleados, procuró junto a otros especialistas obtener y probar
las más modernas de ellas y los más precisos de ellos que se iban inventando.
Una actividad en la que pronto destacó, lo que le dio una
gran reputación profesional y el máximo reconocimiento en los más diversos
círculos intelectuales.
Entre otros y sobre todo en los tribunales de justicia donde participó como perito en numerosos casos judiciales de envenenamiento dado que, como consecuencia de un cambio en el código penal, empezaban a tener valor de prueba los resultados de estas modernas analíticas.
Y sobre todo los suyos, lo que le dio una enorme
repercusión social transformándole en uno de los médicos forenses más famosos
de su época en toda Europa. Todo un avance científico sin duda que tenía, como
casi todo en esta vida, su cara y su cruz.
De un lado, las técnicas antiguas eran fiables en
el sentido de que estaban contrastadas siendo posible detectar las fuentes de
error y así paliarlos, aunque a cambio, al no ser tan sensibles y precisas como
las modernas, no podían detectar cantidades pequeñas de veneno, nivel de trazas,
por ejemplo, del citado arsénico.
Química y
paradoja forense
En cambio, las técnicas modernas, que gozaban de mayor sensibilidad y precisión adolecían de no haber sido contrastadas lo suficiente como para prever y subsanar posibles limitaciones y deficiencias, por lo que no se podía garantizar completamente su fiabilidad. Esta es la paradoja en la que estaba y, en cierta medida, sigue estando inmersa la medicina forense.
No es fácil ser confiable y moderna a la vez, algo que por
supuesto ocurre en otros campos de conocimiento pero que en éste, al andar de
por medio la vida de una persona o personas, la cosa tiene su aquél. Sin duda
las relaciones entre ciencia y justicia son quizás mucho más
complicadas que otras.
No obstante, los peritajes de nuestro catedrático de La
Sorbona en casos de envenenamiento eran considerados poco menos que infalibles,
llegando a hacerse célebre un proceso judicial normal, solo por el mero hecho
de que el famoso toxicólogo fuese requerido para peritarlo. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] El original de esta entrada fue publicado el 21
de octubre de 2024, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario
digital Sevilla Actualidad.
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