Debe su nombre a
que era el décimo mes (en latín decem)
del año en el antiguo calendario romano.
Claro que eso fue así hasta que se añadieron dos meses más por decisión de Julio César, y corriera dos lugares su
posición hasta la actual, la duodécima. Un cambio que no afectó a su
denominación ordinal, como también le ocurrió a noviembre, octubre y
septiembre.
Una paradoja más
sin la menor importancia, como lo es el hecho de que el actual calendario gregoriano empiece en enero,
a pesar del deseo del propio Julio César. Y es que él prefería que el año
arrancara en marzo con el equinoccio de
primavera, lo que no pudo ser. Esa batalla se la ganó el Senado, que optó
por el solsticio de invierno como
fecha de inicio. Está visto que en política como en todo, no siempre se puede
ganar.
Volviendo al
asunto del mes iniciático, ni que decirle tengo que al planeta le importa bien
poco cuándo los humanos deciden que el año comience. Ella está en lo suyo,
tardando 24 h en dar una vuelta sobre su propio eje, o sea un día, y empleando 365 días en
trasladarse alrededor del Sol, o lo
que es lo mismo un año. Eso entre
otras ocupaciones terráqueas. Pero el día en el que lo hace y el punto de la
órbita en el que ella se encuentre en ese instante, es algo que le resulta del
todo indiferente. No es más que un asunto terrenal, propio de los hombres. Lo
de la Tierra es girar.
Por cierto, en la
entrega ‘Noviembre’ les enseñé un refrán nemotécnico para saber los días que
tenía cada mes, y les hablé de la amanuense ‘regla de la mano cerrada’. Pues
bien, dado que un amable lector me ha pedido que la cuente, aquí está. Es muy
simple. Basta con que cierre una mano con el dorso (parte opuesta de la palma)
hacia arriba y observe los 4 nudillos y los 3 espacios entre ellos. Los
nudillos representarán a los meses de 31 días y los espacios a los de 30 o
menos (febrero).
Y a contar. El
primer nudillo representa a enero (31); el primer espacio a febrero (28 o 29,
ya sabe). El segundo nudillo a marzo (31); el segundo espacio a abril (30). El
tercer nudillo a mayo (31); el tercer espacio a junio (30). El cuarto, y
último, nudillo a julio (31). Y vuelta a empezar. El primer nudillo representa
a agosto (31); el primer espacio a septiembre (30). El segundo nudillo a
octubre (31); el segundo espacio a noviembre (30). Y el tercer nudillo a
diciembre (31). Es fácil, ¿verdad? Les dejo con una frase aristotélica: ‘Lo probable es lo que ocurre con
frecuencia’.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció publicada el 07 de diciembre de 2018 en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer.
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