domingo, 2 de diciembre de 2018

De conferencia a charla

(Continuación) De todas formas, quede blanco sobre negro que me gusta mucho dar conferencias, por lo que he seguido y sigo aceptando, la mayoría de invitaciones que gentilmente me ofrecen.
Y de este modo, con el paso del tiempo, las conferencias se han sucedido, las circunstancias han ido cambiando, yo he evolucionado y, todos estos ingredientes que le he puesto sobre el tapete de su pantalla, hemos corrido desigual suerte.
Para empezar, los miedos primerizos se me ven menos. No es que hayan desaparecido, siguen ahí por supuesto, sólo que ahora vienen disfrazados de nervios, de responsabilidad. En cierto sentido comparto con el inglés T. Hobbes su visión del binomio miedo-hombre, cuando dejó escrito lo de: “El día que yo nací, mi madre parió dos gemelos: yo y mi miedo”.
El miedo, esa larga sombra que viaja siempre con nosotros, que así me lo imagino o quiero imaginar, y que no creo que ya cambie mucho a estas alturas, poco imaginativas, de mi vida.
Otros cambios
Lo que sí ha cambiado con el tiempo y por fortuna, es el número de asistentes que tienen la deferencia de venir a escucharme, más que a oírme, la mayoría de las veces. Se lo expreso así porque resulta que ha aumentado, no mucho, mucho, ésa es la verdad, pero ha aumentado y además me escuchan. Estará conmigo que poco más se puede pedir. Así que, qué quiere. Se lo cuento tal cual lo siento, que cada uno es cada cual, y tiene su corazoncito con su rincón para la vanidad.
Lo que también han aumentado en estos años, es el número de instituciones que han tenido y tienen la gentileza de invitarme como conferenciante: ateneos, bibliotecas, institutos de enseñanza, asociación de mujeres, centros culturales, clubes deportivos, sociedades científicas, en fin, las propias en estos casos.
Y por último, hay algo más que ha cambiado, en este caso relacionado con mi propia mismidad académica, con mi personal idiosincrasia divulgadora. Me explico. Como seguro se habrá dado cuenta al asistir a uno de estos actos, hay oradores que llevan la conferencia memorizada de la “a” a la “z” y la repiten ‘de pé a pá’ tal cual. Lo que no está nada mal.
Otros por el contrario la llevan escrita y la leen con puntos y comas, salpicándola con alguna que otra improvisada acotación, bien aclaratoria de un matiz o bien humorística, para distendir. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.



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