En su concesión el jurado destacaba que el grupo “es uno de los principales comunicadores de la cultura iberoamericana
desde la creación artística y el humor”...que ha atraído a “cientos de miles de espectadores de todas
las generaciones”, en España, Latinoamérica e incluso Estados Unidos e
Israel, y quecon sus actuaciones se ha erigido en “un espejo crítico y en un referente de libertad en la sociedad
contemporánea”.
Del grupo de músicos-humoristas argentinos ya hemos contado algo, por lo
que aquí sólo daremos unas pinceladas biográficas. Formado en los años 60, y con
cincuenta (50) años ya a sus espaldas en los escenarios de medio mundo, ellos son
los ganadores del premio en la categoría de Comunicación y Humanidades de 2017.
Que no es el primer año en el que han sido nominados, no, la cosa viene de bastante
lejos. Pero bueno, el caso es que al final ha llegado que es lo importante. Y
con el galardón ellos se muestran felices, maravillados, aturdidos y
orgullosos.
Y es que de un lado los artistas piensan que, con su concesión, se eleva al
humor de categoría y eso siempre suma, algo necesario. Sin contar que lo han
recibido entre otros el cineasta Woody
Allen y en Argentina, el político Raúl
Alfonsín, el músico Daniel Baremboin
y el humorista Quino.
Como ellos dicen, los humanos somos monos que ríen.
Ni que decirles tengo que antes del premio Les Luthiers ya eran universales, pero que duda cabe que con él, ahora,
lo son mucho más, y he aquí la paradoja, sin por ello dejar de ser argentinos.
Sin dejar de ofrecer esa imagen ya clásica sobre el escenario de media docena
de señores, jugando al humor absurdo, refinado e intelectual con la excusa de
la música clásica.
Y además hacerlo con sus descacharrantes cacharros musicales, creados a
partir de objetos de lo más cotidianos como globos, latas, tubos de cartón,
mangueras, etcétera y que funcional como informales instrumentos musicales que
se fabrican ellos mismos.
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