lunes, 1 de julio de 2019

Reloj de sol [CR-42]


Es uno de los primeros intentos metrológicos que nuestra especie animal llevó a cabo a lo largo de su historia, para ubicarse en el tiempo. Ya sabe, esa “cuarta” dimensión que, junto a las tres espaciales hacen a nuestro entorno tetradimensional. Un intento surgido en un momento indeterminado de la historia, y que sorprende por lo que de genialidad tiene a la hora de medir los movimientos aparentes de Tierra y Sol.

Por las pruebas disponibles sabemos que allá por el periodo neolítico, hace unos doce mil (12 000) años, la forma de vivir de algunos hombres cambió de modo radical. De comportarse como simples depredadores que comían lo que encontraban en su entorno, trasladándose de un lugar a otro cuando los alimentos escaseaban, pasaron a asentarse en un territorio y a cultivarlos. Así dejaron de ser carroñeros y recolectores errantes, convirtiéndose en agricultores sedentarios.

Se trata de un periodo conocido como revolución neolítica o agrícola, y es probable que fuera entonces cuando, un palo clavado por azar y delante de su habitáculo llamara su atención y curiosidad, a las que no debió escapar un detalle fundamental en toda esta historia: la sombra del palo sobre el suelo variaba con el paso del tiempo. Conforme transcurría el día la sombra que proyectaba cambiaba de dirección, a la vez que se alargaba y acortaba.

Unas variaciones en las que pronto observó una regularidad y a las que encontró una utilidad pues, no en vano, de ellas empezaron a depender su subsistencia y, por ende, su supervivencia. Me refiero a la recogida de frutos, las migraciones de los animales o el tiempo de lluvias y de sequía.

También conocido como cuadrante solar, este instrumento, desde tiempos muy remotos se suele componer de un estilo o gnomon, el ancestral palo clavado en el suelo de nuestros antepasados, y de una superficie o limbo, que es la que recibe la sombra del estilo y donde están las inscripciones que, según la posición del Sol, nos permiten saber la hora del día.

Por lo general, el gnomon está inclinado respecto al limbo un ángulo de igual valor a la latitud del lugar donde esté situado el reloj, pero con variaciones que dependerán del tipo de reloj que sea: ecuatorial, declinante, orientado, etcétera. En nuestro hemisferio, la arista que proyecta la sombra está orientada hacia el norte, quedando paralela al eje de rotación terráqueo.

En lo que respecta al limbo, éste puede tener diferentes formas. Ser una superficie plana y estar en posición horizontal, vertical o inclinada en diferentes grados y con distintas orientaciones. O puede ser una superficie curva, como un cilindro o una esfera. Por cierto, ¿hay relojes de sol en Rota?

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

[**] Esta entrada apareció publicada el 24 de mayo de 2019, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer.




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