viernes, 12 de julio de 2019

Roteña correspondencia (1)

‘Cartas al Director’. Hace tiempo leí que hubo una época en la que la sección ‘Cartas al Director’, tenía su peso específico en los periódicos impresos de pago. Y era así, no sólo porque entre los lectores existían auténticos profesionales de este género epistolar sino porque, como le salían gratis al periódico, los responsables del mismo le daban cancha. Más tarde, cuando disminuyó el número de cabeceras de diarios y decayó la afición de los lectores-escritores, se vieron en un problema, de modo que tuvieron que dedicarse a escribir falsas cartas, para así dar la impresión de mantener un número de lectores del que ya carecían. Cuestión de imagen y publicidad. Hoy, con los periódicos impresos de difusión gratuita y los de versión digital, parece que la afición vuelve y lo hace, bien como tal carta al director, en el apartado de ‘Comentarios’ o, directamente, a través del correo electrónico como es mi caso pues, mayoritariamente, ustedes se ponen en contacto con un servidor de esta forma.
Creo que nunca, perdonen que les escriba de memoria, un lector se ha dirigido a mí a través de una carta al director, y en muy escasas ocasiones a través de los comentarios, lo que evidencia un hecho.



No desean un contacto epistolar público, aunque sí privado a través del correo electrónico, lo que deja de ser una pena pues, cualquier columnista les puede decir lo interesantes y enriquecedoras que resultan las opiniones de los lectores, máxime si se hace de esta forma en la que se pueden implicar otros lectores. Y lo resultan, además, independientemente de su contenido, sea éste en forma de crítica severa, idea feliz, amable estímulo, íntima complicidad, descubierta de un gazapo, felicitación o para ponernos a caer de un burro. No importa, al menos en mi caso, pero es que de todo hay como en botica y, de verdad les digo que todas son de agradecer pues cada una de ellas guarda una enseñanza.
¿Por qué escriben? Pues mire usted, por todo. Unos son para protestar porque no escribo de lo que ellos quieren, lo que me parece bien. A modo de explicación de esta no complacencia, sólo se me ocurre esgrimir dos argumentos. Uno, no siempre estoy a la altura de los intereses de todos los lectores, un desfase espacial e interno y, dos, suele ser mayor la frecuencia de peticiones de los lectores, que la de aparición semanal del periódico, un desfase temporal y externo. Otros, vuelvo a los motivos de los descontentos, lo hacen porque escribo sobre lo que ellos no quieren que escriba. Aquí poco tengo que decir, ya que suelo hacerlo acerca de aquello que, personalmente, me resulta interesante. Tengo comprobado que, si un tema me aburre, es garantía casi absoluta de que aburrirá a la mayoría de los lectores, ergo no lo escribo. La minoría, como siempre, tiene una solución sencilla: basta con no leerme. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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