(Continuación) Proseguimos con las diferencias entre ciencia antigua y clásica, casi principio y fin cronológicos de esta saga entre mitológica y científica.
B.
La ciencia antigua mostraba mucha reverencia ante los textos
previos, sobre todo en la época medieval, en la que contravenir los designios
bíblicos era motivo de acusaciones de herejía. Por su parte la ciencia
clásica, si bien se apoya en los textos y experimentos previos, no duda en permitir
la actualización y cuestionamiento constante de lo que hasta ese momento se tenía
como cierto.
C.
La ciencia antigua proponía un finalismo, es decir, un fin ulterior en
todas las cosas, una razón de existir que debía ser descubierta; la clásica en
cambio hereda de Aristóteles la consideración de que el mundo opera como
una máquina o sistema sin una finalidad preestablecida; pongamos que hablamos
del mecanicismo.
D. Mientras la ciencia antigua partía de presupuestos metafísicos, la clásica los rechaza de plano. En otras palabras, una partía de suposiciones aceptadas de antemano como ciertas porque se explican a sí mismas, como las ideas religiosas o teológicas, y otra, en cambio, se opone a las formas de metafísica, pues considera que todo debe poder ser explicado.
E.
Finalmente, mientras la ciencia antigua buscaba dar con las causas de
los fenómenos, la clásica persigue la formulación de leyes que sirvan
para describir cómo opera la naturaleza en general.
¿De qué están hechas las
cosas?
Conocer
el origen y la composición de la materia prima fue, y sigue siendo, una
de las principales cuestiones que ocupó, y ocupa, el pensamiento de los
filósofos naturales antiguos, y modernos; materia entendida como todo aquello
que constituye la realidad que percibimos, el mundo que conocemos, todo lo que
tocamos, vemos, olemos.
Todo está hecho de materia de la que, desde muchos siglos ante de Cristo, la humanidad tiene un conocimiento aplicado, práctico, cierto y eficiente pero que, sin embargo, adolece de base teórica acerca de su naturaleza, estructura y transformaciones.
Fueron
los antiguos griegos, unos seis siglos antes de Cristo, los primeros en
preguntarse ¿de qué están hechas las cosas? y proponer unas respuestas que
pasaran por el filtro de lo que hoy llamaríamos premisas científicas.
Desde
la observación atenta y crítica de los fenómenos, pasando por la formulación
lógica de interrogantes, hasta el planteamiento racional de hipótesis;
y todo a fin de encontrar el componente primordial, arjé o arché,
del que procedía la esencia de todo lo existente en el universo, physis.
(Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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