viernes, 14 de marzo de 2025

Amor bioquímico: “Mariposas del alma”

(Continuación) Una hormona, la serotonina, que en la primera fase del enamoramiento se mantiene en niveles significativamente bajos, pero, mientras la relación se estabiliza y avanza, segunda fase, estos tienden a ir subiendo de manera progresiva, lo que tiene su aquel pues nos permite recuperar el equilibrio emocional, bien por la serotonina.

Vaivenes hormonales de subida y bajada

Esa primera reducción genera un comportamiento similar al observado en personas con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), lo que explica por qué en esta fase del amor pensamos constantemente en la persona amada, sentimos una gran necesidad de contacto o, incluso, llegamos a experimentar ansiedad cuando no estamos cerca de ella. Así son las consecuencias.

Pero tranquilo con el trastorno, al igual que las otras dos hormonas, ésta tampoco se mantiene inmutable y tiende a aumentar a lo largo que la relación avanza, permitiéndonos recuperar el equilibrio emocional.

Es entonces cuando el amor deja de ser una obsesión: la dopamina baja, la oxitocina sube y la serotonina se estabiliza, esas son las claves químicas de una relación estable y madura; espero no haberle agriado el sentimiento amoroso con estas flechas bioquímicas, no olvidemos que el gran Quevedo categorizó ‘El amor es fe y no ciencia’.

Otros animales y partes humanas

O lepidópteros y porción del sistema digestivo, recuerde “mariposas en el estómago”, ellos no son la única pareja asociada con la respuesta fisiológica a las emociones humanas. De hecho, no hace mucho, y siguiendo con los insectos, pero cambiando de ubicación corporal, le escribí cómo nuestro otro nobel en medicina, Ramón y Cajal, denominaba a un tipo particular de neuronas.

Unas que descubrió en áreas cerebrales muy definidas, con somas de forma triangular, “las mariposas del alma” las llamó el petillés, auténtica poesía en movimiento y misterio porque: ¿existe el alma?, ¿en qué parte del cuerpo está?,

Y no queda ahí la cosa de las parejas, pasando de insecto a mamífero carnívoro y volviendo al órgano digestivo, nos encontramos con una expresión bastante más coloquial, aunque recogida en el Diccionario de la Lengua Española DLE.

Me refiero a la frase “tener gatos en la barriga” sinónima de “tener siete gatos en la barriga” o “tener cristalitos en la barriga”, usadas cuando alguien está enfadado, resentido por conflictos íntimos, y actúa de forma impulsiva con mala intención; decimos de esa persona que tiene “gatos en la barriga”.

Le dejo con Campoamor, ‘En el mundo traidor nada hay verdad ni mentira: todo es según el color del cristal con que se mira’. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 


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