miércoles, 30 de diciembre de 2020

El experimento de Zimbardo (y 2)

(Continuación) Pues porque en esta vida nada es como parece, aunque lo parezca. No se trata sólo de pobreza, hay un componente más que tiene que ver con la psicología, el comportamiento humano y con las relaciones sociales.

Este es en esencia el experimento de psicología social llevado a cabo por Phillip Zimbardo y su equipo en 1969. El vidrio roto de un auto abandonado transmite una idea, primero, de despreocupación y desinterés, y después de abandono y deterioro que empieza resquebrajando algunas normas y reglas de convivencia, continúa creando una falsa sensación de impunidad ante el delito y termina por romper códigos y leyes básicas.

Es decir, la impronta de que, superado un cierto punto, todo vale. Y con cada nuevo ataque que sufra el coche abandonado, esta percepción reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional. De estos mimbres estamos hechos los humanos.

Y en el porqué de este comportamiento apuntan dos posibles causas: una meramente lúdica, es evidente que a nivel individual resulta (muy) divertido romper cristales; otra de comportamiento social, a nivel colectivo la ventana rota envía un mensaje claro de que no hay nadie que cuide del edificio y en ese caso...

Experimento, teoría y política de tolerancia cero

Se trata del mismo experimento del que partió la teoría de las ventanas rotas elaborada en 1982 por Wilson y Kelling, que viene a decir que si en un edificio aparece una ventana rota, y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acabarán siendo destrozadas por los vándalos.

Una teoría de la que, desde un punto de vista criminológico, se deduce que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores, por lo que concluye que, para regenerar una sociedad haciéndola de nuevo honesta, educada y cívica, debemos comenzar arreglando nuestras propias ‘ventanas rotas’.

De ahí que una década después, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York entre 1994 y 2001, tras la positiva experiencia al aplicar dicha teoría al muy deteriorado entorno del ferrocarril metropolitano, impulsara la misma política de tolerancia cero en otras zonas de la ciudad y también con buenos resultados.

Acabando (por ahora) que es gerundio

Visto de forma conjunta (experimento y teoría científicas y política intervencionista) y sin entrar en más harina, por formación no soy en absoluto adecuado, para un buen análisis de esta fenomenología social, considero que se deben manejar de forma aislada los diferentes sucedidos. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 


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