[Esta entrada apareció publicada el 27 de noviembre de 2020, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
‘O en un baño María’. Todos hemos oído o empleado alguna vez una de estas expresiones, pero, ¿usted cómo lo dice, ‘al baño (de) María’ o ‘en un baño (de) María’? porque resulta que no es lo mismo. Coloquialmente, la primera es una forma de cocinar, un procedimiento para someter una sustancia delicada a un calentamiento indirecto, suave y uniforme, mientras que la segunda es un aparato, vamos, un cacharro de cocina.
Según el diccionario de la RAE, el baño (de) María es “un recipiente con agua puesto a la lumbre y en el cual se mete otra vasija para que su contenido reciba un calor suave y constante en ciertas operaciones culinarias, farmacéuticas o químicas”.
Es una expresión que parece derivar del latín medieval ‘balneum Maríae’ y en nuestra lengua hace referencia al utensilio, por lo que, mientras escribo, tomo conciencia de que llevo toda mi vida, privada y profesional, expresándome mal.
De siempre he dicho
“al baño María”, es decir para mí, de manera consciente o inconsciente, ha
significado una forma de tratar a un material, sea en la cocina de mi casa o en
el mechero del laboratorio, y no el recipiente en el que lo he llevado a cabo. En
fin, qué le vamos a hacer, todos los días se aprende algo.
Al parecer el nombre
se lo puso en el siglo XIV el médico y alquimista español Arnauld de
Villanova y lo hizo en honor de María la Judía, la primera mujer
científica de la que se conserva constancia escrita de sus trabajos, si bien
los originales se perdieron.
Lo que sabemos es por los escritos enciclopédicos (siglo IV) del alquimista griego Zósimo de Panopolis, en los que afirma haber tenido en sus manos una obra suya, donde da una pormenorizada descripción del instrumental. Habla de ella siempre en pasado y la cita como diestra experimentadora y buena diseñadora del instrumental de laboratorio.
Miriam, María la Judía o la
Profetisa es una de las principales alquimistas alejandrinas, junto con Cleopatra
la Copta y Teosabia, un trío de iniciadas en la arcaica y hermética máxima
que siglos después aparece en el libro anónimo ‘Mutus Liber’ (1677), una especie de guía
no sólo para quienes deseen conocer y practicar los profundos misterios de la Alquimia,
sino para todo aquel que emprenda una búsqueda profunda e interior.
Extraordinaria laborante, está considerada como la Eva particular de la Alquimia y sus inventos e ideas contribuyeron a que esta pseudociencia adquiriera unas características que terminarían por convertirla en una ciencia, la Química, uno de los pilares del conocimiento científico ¡Ah!, la máxima dice así: 'Ora, lege, lege, relege, labora et invenies'. (Reza, lee, lee, relee, trabaja y encuentra). María la Judía.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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