[Esta entrada apareció publicada el 20 de noviembre de 2020, en la contraportada del semanario Viva Rota, donde también la pueden leer]
Era uno entre otros pseudónimos de los que aparecían en las entregas ‘Anagrama’ y ‘Arare rus dei dignus’ del pasado septiembre, si bien entonces no llegué a desarrollar su origen y razón, aunque ya le adelanto que no hay nada claro al respecto, existiendo por tanto varias hipótesis sobre el alias de quien vino al mundo llamándose François Marie Arouet (1694-1778) y terminó siendo conocido para la posteridad como ‘Voltaire’.
Una de estas versiones está asociada a su infancia
y apunta a que podría derivar de ‘petit volontaire’ (pequeño voluntario) un apodo
que al parecer usaba su familia para referirse a él. Claro que otra conjetura barrunta
que proviene de un anagrama de la localidad ‘Airvault’, donde uno de los padres
supuestamente poseía una propiedad, lo que podría ser también. Sin embargo, no
son pocos los que consideran como más verosímil, que Voltaire sea el anagrama de
AROUET L[e] J[eune] (Arouet, el joven) haciendo, como en latín,
que I y J sean la misma letra, al igual que U y V.
En otra línea interpretativa no faltan quienes piensan que el sobrenombre puede derivar, por su similitud, del grupo sintactico antiguo francés ‘voulait faire taire’ (deseaba hacer callar) o de la palabra ‘revoltair’ (revoltoso), ambos asociados a su pensamiento ya de adulto, tan innovador para la época. Aunque tengo para mí como más probable, suele ocurrir en estos casos, que su origen sea una combinación de algunas o todas, por qué no, de estas hipótesis.
Y si bien se desconoce con exactitud por qué quiso
ser llamado así, parece estar meridianamente claro cuándo lo decidió. Fue tras escribir
una sátira sobre los amores incestuosos entre el duque de Orleans y su hija, motivo
por el que fue encarcelado en 1717 durante once meses en la Bastilla y posteriormente
desterrado. Es entonces cuando adopta el nombre de pluma, ‘nom de plume’
de Voltaire por seguridad, son letras encadenadas que surgen de la
necesidad y le permiten seguir escribiendo palabras liberadoras.
La razón de traer este anagramático doble
literario a estos predios científicos es doble: de un lado, el vínculo que el
ilustrado tiene con la ciencia newtoniana y la filosofía empirista (él es un
gran divulgador de Newton), del otro, los años de idilio
bucólico-intelectual que el hombre comparte con la matemática y física francesa
Emilie du Châtelet (1706-1749), se habían conocido en 1733 y estaban unidos
por dos pasiones.
Una ya se la imagina, la otra se la recuerdo ahora mismo. Sentían la misma admiración por el genio inglés Isaac Newton (1643-1727), así que Du Chatelet fue la mujer que tradujo a Newton y amó a Voltaire. Casi ná. Le dejo con un aforismo volteriano, ‘La gran creadora de la verdad es la mentira’. Gran verdad.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
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