jueves, 24 de septiembre de 2020

‘Kant y el ornitorrinco’ de Eco

(Continuación) Es el título de uno de los ensayos pero que el libro adopta, algo así como el todo por la parte, y en su conjunto viene a ser un magnífico complemento a los estudios semióticos de Umberto Eco (1932-2016), una especie de exaltación de la filosofía como arte del pensamiento e indagación de las eternas dudas del hombre.

Un ensayo en el que filosofía y semiología se aúnan para analizar los mecanismos de percepción del hombre, que lleva al autor a preguntarse: ¿Por qué reconocemos a un gato como un gato y a un perro como un perro? ¿Por qué hemos acordado denominarlos de este modo?

Una semiótica entendida como ciencia derivada de la filosofía que se ocupa de los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas, estudiando las propiedades generales de los sistemas de signos, como base para la comprensión de toda actividad humana.

En esencia, ¿qué sucede cuando se está frente a un objeto desconocido, del que no se tiene un esquema precedente? ¿cuál utilizó Kant frente al animal? Porque esa es otra, ¿vio el filósofo alguna vez a un ornitorrinco?, es más, ¿llegó siquiera a oír hablar de él? Ya de la que va le digo las respuestas, NO y NO. Entonces, si son esas las respuestas, ¿cuál es la pregunta?

¿Por qué Kant y el ornitorrinco?

Vaya por delante que el hombre ilustrado y el inclasificable animal no tuvieron nunca nada que ver, una característica disímil que bien pensada está en el mismo origen y desarrollo de la enjundia del libro del italiano, entiéndame: esquemas mentales, conceptos empíricos, pensamiento, ciencia.

Consultando fechas sabemos que el primer ornitorrinco enjaulado llegó a Europa un año después de que Kant publicara su último ensayo, estando ya muy enfermo, de forma que por sus circunstancias vitales es seguro que ni vio ni escuchó hablar de él. Una afirmación a la que se suma el hecho de que fueron necesarios 85 años de debates e investigaciones científicas, antes de poder clasificar a dicho animal. O sea que no, no tuvieron nada que ver.

Le decía más arriba inclasificable animal, y a modo de justificación le aporto ahora algunas de sus aparentemente contradictorias características anatómicas: es un mamífero, pero tiene garras venenosas; está dotado de pico, pero vive bajo el agua; pone huevos, pero sus hijos son lactantes; la hembra amamanta a las crías, pero no tiene ubres. En fin, un ornitorrinco.

Y por si fuéramos poco…

Un animal misterioso que, según Jorge Luis Borges (1899-1986), estaba hecho de retazos de otros animales si bien para Eco, que reconoce en el argentino a uno de sus grandes maestros, era todo lo contrario. En su opinión el ornitorrinco no está hecho con pedazos de otros animales, sino que son los otros animales los que se forman con partes de él. En fin.

Por cierto, y para acabar, el genial argentino también ejerció una destacable influencia sobre otro pensador que ha aparecido vinculado a la kantiana traducción “¡Atrévete a pensar!” del clásico Sapere Aude, me refiero al filósofo francés Michel Foucault (1926-1984) y su ensayo ¿Qué es la Ilustración? (1984). (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


2 comentarios :

Leandro Girón dijo...

Muy interesante toda la serie de entradas. Enhorabuena por el blog

Anónimo dijo...

¿A qué entradas te refieres?