viernes, 25 de septiembre de 2020

El ornitorrinco, Kant y Eco

(Continuación) Empezando por el irracional de los tres mamíferos del titular, decir de él que si bien ha aparecido en algunos momentos (Fósiles vivientes: Ornitorrinco [IV]) por motivos zoológicos, la razón de su presencia ahora es más bien literaria y guarda relación con una pequeña saga enrocada sobre microrrelatos. (Hablemos de microrrelatos) (De vuelta con el microrrelato).

Una en la que el ornitorrinco aparece, si bien lo hace de forma colateral, al hablarle del daño que en general ha producido el archiconocido dinosaurio monterrosino, ya sabe, “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” o lo que algunos llaman el “chiste de Monterroso”. El del ornitorrinco, una magnífica muestra de mini cuento de la que sigo sin conocer su autoría, reza así: “Cuando abrí el armario me encontré con un ornitorrinco fumando y mirándome ceñudo. Le pedí disculpas y continué buscando el escape del gas”.

Quedo a la espera de cualquier tipo de ayuda documental sobre el mismo mientras vuelvo a lo que nos trae.

Kant y Eco

Del famoso e ilustrado filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804), segundo de los mamíferos y primero de los racionales citados en el encabezado, tenemos unos enroques más cercanos en el tiempo, al ser el responsable directo de la divulgación moderna de la conocida frase-lema de la Ilustración, “¡Atrévete a pensar!” ('Sapere Aude').

Y de la traducción dieciochesca del clásico horaciano, a una supuesta responsabilidad kantiana acerca del animal, aunque, como le maticé, con permiso del escritor italiano Umberto Eco (1932-2016). Y es que ha de saber que este tercer mamífero y segundo racional, en 1997, escribió un ensayo que lleva por título ‘Kant y el ornitorrinco’, como lo lee.

En él resalta el papel de este inusual mamífero semiacuático que ya estaba presente en el Mesozoico o era secundaria -periodo también conocido zoológicamente como era de los dinosaurios, que se inició hace doscientos cincuenta y un millones (251 000 000) de años y finalizó hace sesenta y seis millones (66 000 000)-, aunque sorprendentemente no fue descubierto hasta finales del siglo XVIII (1799) poblando el este de Australia y la isla de Tasmania.

Sin duda el ornitorrinco es un ejemplo extraordinario de adaptación ambiental, de supervivencia del más apto a través del mecanismo de la selección natural, incorporado por la darwiniana teoría de la evolución. Como hubiera podido proclamar el ilustrado filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804), acerca de la original estructura animal, “Todo en él es fin y es medio”.

Para que ponga en contexto temporal el hecho, en aquel entonces del ensayo, Kant y el ornitorrinco (1997), el italiano ya hacía años que había publicado dos de sus grandes éxitos: El nombre de la rosa (1980) y El péndulo de Foucault (1988). (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.


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