Una en la que el ornitorrinco
aparece, si bien lo hace de forma colateral, al hablarle del daño que en
general ha producido el archiconocido dinosaurio monterrosino, ya sabe, “Cuando
despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” o lo que algunos llaman el
“chiste de Monterroso”. El del ornitorrinco, una magnífica muestra de mini
cuento de la que sigo sin conocer su autoría, reza así: “Cuando abrí el
armario me encontré con un ornitorrinco fumando y mirándome ceñudo. Le pedí
disculpas y continué buscando el escape del gas”.
Quedo a la espera de cualquier tipo de ayuda documental sobre el mismo mientras vuelvo a lo que nos trae.
Kant y Eco
Del famoso e ilustrado
filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804), segundo de los mamíferos y
primero de los racionales citados en el encabezado, tenemos unos enroques más
cercanos en el tiempo, al ser el responsable directo de la divulgación moderna
de la conocida frase-lema de la Ilustración, “¡Atrévete
a pensar!” ('Sapere Aude').
Y de la traducción dieciochesca
del clásico horaciano, a una supuesta responsabilidad kantiana acerca del
animal, aunque, como le maticé, con permiso del escritor italiano Umberto
Eco (1932-2016). Y es que ha de saber que este tercer mamífero y segundo
racional, en 1997, escribió un ensayo que lleva por título ‘Kant y el
ornitorrinco’, como lo lee.
En él resalta el papel de este inusual mamífero semiacuático que ya estaba presente en el Mesozoico o era secundaria -periodo también conocido zoológicamente como era de los dinosaurios, que se inició hace doscientos cincuenta y un millones (251 000 000) de años y finalizó hace sesenta y seis millones (66 000 000)-, aunque sorprendentemente no fue descubierto hasta finales del siglo XVIII (1799) poblando el este de Australia y la isla de Tasmania.
Sin duda el ornitorrinco es
un ejemplo extraordinario de adaptación ambiental, de supervivencia del más
apto a través del mecanismo de la selección natural, incorporado por
la darwiniana teoría de la evolución. Como hubiera podido proclamar el
ilustrado filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804), acerca de la
original estructura animal, “Todo en él es fin y es medio”.
Para que ponga en
contexto temporal el hecho, en aquel entonces del ensayo, Kant y el
ornitorrinco (1997), el italiano ya hacía años que había publicado dos de sus
grandes éxitos: El nombre de la rosa (1980) y El péndulo de Foucault
(1988). (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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