miércoles, 30 de abril de 2025

De la mitología a la ciencia. Ciencia Antigua ¿De qué están hechas las cosas? Elementos antiguos y Aristóteles (y 4)

(Continuación) Y así como el caos reina en el universo cuando los cuatro elementos están desequilibrados, el cuerpo humano, cuando un humor se impone a los demás, se desequilibra también lo que le causa una enfermedad física o un problema psíquico.

Hipócrates, Galeno y Pasteur, personas influyentes en la historia de la medicina cada uno a su manera. El padre de la medicina, como pionero en la medicina racional y la observación del paciente. El médico romano, continuador de la obra de Hipócrates, realizando disecciones y ampliando los conocimientos anatómicos.

Y el químico y microbiólogo francés, sentando las bases de la microbiología y la vacunación con su revolucionaria prevención y tratamiento de enfermedades infecciosas.

Humores y temperamentos. Teofastro

Hay toda una “deriva médica” asociada con unos supuestos temperamentos humanos (flemático, colérico, sanguíneo y melancólico) caracterizados por la predominancia de uno de los cuatro líquidos corporales, a saber, sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra.

Teofrasto (371-287) y otros peripatéticos, en su teoría de los cuatro humores y el carácter de las personas proponían que: a) los individuos con mucha sangre eran sanguíneos; b) aquellos otros con mucha flema eran calmados; c) los con mucha bilis amarilla eran coléricos y; d) aquellos con mucha bilis negra eran melancólicos; en fin, medicina antigua.

Pero no quedan aquí las inquietudes fisiológicas de Aristóteles quien no tarda en vincular los cuatro elementos ahora con determinados órganos humanos y así: el aire, caliente y húmedo, con el corazón; el agua, húmeda y fría, con el cerebro; la tierra, seca y fría, con el bazo; el fuego, caliente y seco, con el hígado. Todo un mundo de supuestos conocimientos médicos-fisiológicos.

‘Ad infinitum’

‘O más allá’, como reza el oxímoron pseudocientífico, al hacerlo con las estaciones astronómicas que en el orden anterior expuesto de los órganos coinciden el aire con la primavera, el agua con el invierno, la tierra con el otoño y el fuego con el verano.

Claro que tampoco escapan a su observación otros fenómenos como que aquí, en la Tierra, los cuatro elementos son corruptibles, se transforman (cambian o reaccionan) y, algunos de ellos, caen en línea recta al suelo al ser dejados en libertad. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

 


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