(Continuación) La anciana amante de los animales. Señora que vive encima justo del veterinario chapucero y, ya se lo puede imaginar, una abuela incondicional de la Sociedad Protectora de Animales.
Una buena mujer que dadas sus limitaciones visuales
y las gamberradas de sus gatos negros es víctima propiciatoria de ellos, ya que le
cambian de mascota cada semana, trayéndole desde una ballena a
un cocodrilo, todo un despropósito zoológico cuando además hablamos de un piso
de 70 m2.
El científico loco.
Junto a ella, en el 2ºD, el único piso del edificio que ha cambiado de
inquilino hasta en dos ocasiones, salvo error de contabilidad por mi parte. Empezó
viviendo en él un científico, claramente inspirado en Víctor Frankenstein, que tuvo que abandonarlo por problemas
con la censura.
Y eso que los monstruos que creaba, aunque siempre le salían horripilantes en la forma, en el fondo eran unos buenazos, unos pedazos de pan como quien dice, pero no opinaba igual la dictadura franquista, poca broma; y esto no es ficción de tebeo, ya se lo cuento en otro momento.
No se lo destripo, pero sí le adelanto que aunque no
con el significado que el conocido como ‘Príncipe de los Ingenios’ puso
en boca de don Quijote, diremos aquello de “con la Iglesia hemos
topado Sancho”. O algo así. (Continuará)
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