(Continuación) La portera. Señora ocupada y preocupada por todo lo que ocurra en el edificio y que, por razones obvias de proximidad suele hablar con Don Hurón, con las parejas que preguntan por un piso para alquilar o con los usuarios del controvertido ascensor.
Un habitáculo que dicho sea de paso llega a
convertirse en otro protagonista más de las historietas, dadas las aventuras
que en él ocurren o le ocurren, vea si no: casi siempre está estropeado, llegó
ser robado (una escena desternillante) o aquel día que llovió tanto que se
encogió.
El tendero Don Senén, con su colmado que está pared con pared con la portería en la planta baja y un hombre que no se fía ni un pelo de su clientela a la que tima sin piedad, bien sea con la suspecta calidad de sus productos (no son frescos) o bien con la falsa cantidad que les expende ya que altera su peso mediante el uso de un imán colocado bajo la báscula.
Vamos, una tienda de ultramarino a la que no iría a comprar
por nada del mundo, y pasando de ella y de su impresentable y tramposo propietario, sin más subimos a la primera planta, mejor
por las escaleras. (Continuará).
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