A finales de diciembre
de 1983 el diario canadiense ‘Toronto Star’ le pidió a Isaac Asimov,
científico y escritor de ciencia ficción, que escribiera un artículo haciendo
predicciones sobre el futuro de la sociedad humana. Un encargo que el autor,
siendo como era, debió aceptar encantado de la vida, planteándose dicho futuro
para 35 años después, es decir, en 2019.
Y eligió este año
pensando que, como la publicación en el diario saldría ya en 1984, podría dar
un salto de 35 años hacia atrás y “jugar” con la fecha que George Orwell
eligió para su asfixiante distopía, 1984, escrita en 1949. Una especie
de guiño orwelliano de un lado y un salto generacional hacia adelante del otro,
lo suficientemente grande como para que predecir el futuro no fuera una tarea
fácil, pero, lo suficientemente pequeño como para impedirle adentrarse en el
terreno de la ciencia-ficción, en la que Asimov era un experto.
Así que 2019 no fue
elegido al azar, no, tenía su razón de ser y su enjundia, su afán y su
propósito.
Algo bien pensado. Sin embargo, siempre hay un pero en este cesto de la vida, como dice el refranero popular: ‘el hombre propone y Dios dispone’. Les digo esto porque el susodicho artículo periodístico, al final, se publicó el mismo día 31 de diciembre de 1983, así que adiós cuentas. Son cosas que pasan, aunque en este caso no hacen al asunto que nos trae y que no es otro que saber: ¿Cómo veía Asimov la sociedad humana en 2019? ¿Sobre qué aspectos pronosticó? ¿Acertó o se equivocó?
Algo bien pensado. Sin embargo, siempre hay un pero en este cesto de la vida, como dice el refranero popular: ‘el hombre propone y Dios dispone’. Les digo esto porque el susodicho artículo periodístico, al final, se publicó el mismo día 31 de diciembre de 1983, así que adiós cuentas. Son cosas que pasan, aunque en este caso no hacen al asunto que nos trae y que no es otro que saber: ¿Cómo veía Asimov la sociedad humana en 2019? ¿Sobre qué aspectos pronosticó? ¿Acertó o se equivocó?
Pues verá usted, lo
hizo sobre la computarización, la colonización espacial, la educación,
los hábitos de trabajo, la guerra nuclear, la conservación del ambiente
en el planeta y claro, como en botica, hubo de todo, aciertos y errores.
Previó el auge de los
ordenadores y de la robótica, y el surgimiento de la brecha digital,
aunque se le escapó el de la inteligencia artificial. Entre sus augurios
tecnológicos destaca lo que llamó el “objeto móvil computarizado”, sin duda el ‘smartphone’
que tan cerca tenemos. En su aproximación al espacio fue donde estuvo menos
preciso, con predicciones bien enfocadas pero demasiado optimistas.
Y en el ámbito de la
educación se aventuró demasiado al predecir que no serían necesarios los
maestros, gracias a los ordenadores, pero acertó en el cambio de los hábitos de
trabajo que traería consigo su irrupción. En lo que respecta a la guerra
nuclear fue muy optimista aceptando que habría enfrentamientos, pero asumiendo
que no habría guerra nuclear, y con relación a la contaminación ambiental veía
las cosas muy, muy, negras. 'Sólo hay una guerra que puede permitirse el ser
humano: la guerra contra su extinción'.
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva,
si desean ampliar información sobre ellas.
[**] Esta entrada apareció publicada el 13 de
diciembre de 2019, en la contraportada del semanario Viva Rota,
donde también la pueden leer.
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