viernes, 10 de noviembre de 2017

Florence Nightingale (4). ‘La Dama de la lámpara’

(Continuación) Nada más llegar Nigthtingale y sus compañeras se pusieron manos a la obra. Y venciendo la oposición de los doctores y las reticencias de los oficiales, ellas solas reformaron y limpiaron el hospital, instalaron una fuente de agua potable y mejoraron las condiciones higiénicas.
Estadísticas médicas
Sólo con estas medidas básicas, en muy poco tiempo, lograron reducir el número de muertos entre los soldados heridos. Para que se hagan una idea, en febrero de 1855, no habían pasado ni cuatro meses desde que llegaron, la tasa de mortalidad había descendido del sesenta por ciento (60%) a algo menos del cuarenta y tres por ciento (42,7%).
Y a comienzos de la primavera lo hacía al cuarenta por ciento (40%), que se dice pronto.
Un triunfo salutífero debido exclusivamente a los métodos sanitarios e higiénicos empleados por ella y su equipo de enfermeras. Eso es lo que demostraban los cálculos realizados con los datos de mortandad, que habían ido recogiendo a lo largo de ese tiempo.
Una metodología que sin duda alguna es el primer tratamiento estadístico que se hacía en la historia, para mejorar la práctica quirúrgica y hospitalaria. Y así es como ella lo contó entonces, aunque todo había comenzado unos años antes.
Aparte de su vocación juvenil por las matemáticas, el interés y la insistencia de Nightingale por la estadística empezó en realidad como consecuencia de su afición por la botánica. Cuando estaba realizando un trabajo de clasificación de plantas y se encontró con una ley (estadística) que, no solo suscitó y estimuló su curiosidad científica, sino que le llevó a establecer una duradera amistad con su creador.
Me refiero científico belga Adolphe Quetelet (1796-1874), reconocido como uno de los padres de la estadística moderna, quien había aplicado sus métodos no ya a las ciencias morales y sociales como les adelanté, sino que había deducido una ley sobre el florecimiento de la lila común. Sí de la lila común, como lo leen, pero esa es otra historia.
Entre ‘La dama de la lámpara’ y ‘Flo el diablo’
Siguiendo con nuestra heroína y por la amplia documentación que ella aporta al finalizar la guerra, sabemos que llegaron a atender a más de cinco mil (5000) heridos, a pesar del escaso número de enfermeras que eran.
Naturalmente lo hicieron trabajando de día y de noche, sin descanso. Yendo de pabellón en pabellón, de sala en sala, de cama en cama., de enfermo en enfermo Y Florence siempre era la primera.
Su imagen desplazándose por el campamento, alumbrada con la luz de una lámpara y cuidando a los soldados, hizo que éstos la bautizaron en tono admirativo, como “la Dama de la lámpara”. Es por esta época cuando contrae la brucelosis.
Pero el de los soldados no fue el único apodo por el que era conocida. No todos pensaban lo mismo sobre su papel en el hospital y es que no se puede gustar a todos. Por su parte, médicos y oficiales la llamaban ‘Flo el diablo’, tal era el temor y el respeto que le tenían unos y otros. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.




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