Según
el Diccionario de la Lengua Española de
la RAE (vigésima primera edición), el adjetivo capcioso se refiere a esas preguntas, argumentaciones y sugerencias
que se efectúan para así arrancar del contrincante o interlocutor, una
respuesta que pueda comprometerlo o que favorezca los propósitos de quien las
formula.
Son
en definitiva esas preguntas que preferiríamos no tener que pasar por el trance
de contestar. Esas que cuando nos la formulan, producen en nosotros un tanto de
embarazo y otro tanto de frustración porque, respondamos como respondamos,
siempre quedaremos mal, incluso ante nosotros mismos.
No
me resisto a ponerle un par de ejemplos, de las que me hicieron hace poco en
una conferencia.
- “¿Está usted a favor o en contra de la normalidad
sexual?” Pero bueno pensé, ¿qué pregunta es ésta? (la Montiel dixit). Si digo que estoy en contra pareceré un pervertido
degenerado, pero si me manifiesto a favor me mostraré como un estrecho, como un
ñoño sexual ¿Qué hacer?
Y ésta
no fue la peor porque en ella estaba, dándole vueltas a su respuesta, cuando me
llegó la segunda.
- “¿Está usted a favor o en contra del derecho a la
vida?” Vaya por Dios, tres cuartos de lo mismo pensé. Porque
manifestarme a favor sonará a que estoy en contra de la eutanasia y el aborto,
lo que me colocará en el bando de los fachas y eso, social y políticamente
hablando, no suena correcto en los tiempos que corren.
Por
el contrario, si estoy en contra me hará poseedor de un presunto y suspecto
instinto asesino que, la verdad sea dicha, no queda nada bien. Lo que les dije,
esto era como salir de Málaga y entrar en Malagón. Y por supuesto, y aún peor, queda
lo más evidente.
Lo
que de embarazoso tienen las respuestas dadas, proviene ni más ni menos que de
la capciosidad con la que se hacen las preguntas. De lo falaces o engañosas que
son, al estar formuladas empleando no sólo conceptos que son muy vagos e
indefinidos, sino que además están cargados de emotividad y valoración.
Y
no es que, quien esto escribe, sepa bien qué es la normalidad sexual o el derecho
a la vida, pero en principio parecen apuntar hacia algo positivo y valioso,
y si es así ¿cómo estar en contra? Pero claro, si me precisaran más su
significado, entonces, bien pudiera ser que algunos de esos significados me
parecieran inaceptables, por lo que no podría decir que esté a favor, ¿qué
hacer entonces?
Como
recurso de ponente ya viejuno, la forma rápida que tengo de salir del trance es
reinventar las preguntas, de modo que las respuestas sean una repetición de la
misma pregunta, sólo que expresada de otra manera, la mía. Vamos, que marchando
una de tautología. (Continuará)
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