lunes, 20 de noviembre de 2017

Florence Nightingale (8). Otros reconocimientos y feminismo

(Continuación) Siguiendo con algunos de los reconocimientos que en vida recibió la Nightingale, recordarles que en 1907 fue la primera mujer en recibir la Orden al Mérito. Lo hizo de manos del monarca Eduardo VII, contaba ya con ochenta y siete (87) años de edad y llevaba ocho (8) ciega y muy mermada de facultades.
Una provechosa vida la de Florence que nunca se casó, aunque no por falta de oportunidades, ahí hay una historia intramuros que contar. Resulta que ella siempre creyó que Dios la había escogido para que fuera soltera, tal como lo leen, así que estamos ante una visión de la soltería algo peculiar, digamos entre laica y religiosa. O sea.
Hacia 1842, y a modo de justificación por rehusar casarse con un pretendiente, dijo: “Yo tengo una naturaleza moral y activa que requiere satisfacción, y eso no lo encontraría si pasara la vida en compromisos sociales y organizando las cosas domésticas”. O sea que ya por aquel entonces, había mujeres así.
Una provechosa y larga vida la suya, ya que murió con noventa (90) años cumplidos en 1910, que por cierto es el mismo año en el que muere también Henri Dunant (1828-1910), promotor de la Cruz Roja que obtuvo el primer Premio Nobel de la Paz en 1901.
Por poner ya un punto (sólo seguido) a los reconocimientos, les hablo de uno que seguro conocen si han estado alguna vez en Londres. Sí, seguro estoy que lo han visto, aunque es probable que no lo hayan mirado. Me refiero al Monumento de Crimea, erigido en 1915 y que se encuentra en la Plaza Waterloo de Londres.
En él se honra la transcendental contribución que esta mujer hizo tanto a esa guerra como a la salud del ejército. Ella está en él.
Nightingale y la paradoja feminista
Son muchos los exégetas que ven en ella a una de las propulsoras del movimiento feminista, y lo cierto es que motivos no les faltan.
Para empezar no sólo se rebeló contra los prejuicios de su tiempo, con el exclusivo y excluyente destino en el hogar que reservaba a las mujeres, sino que planteó la necesidad de que éstas se instruyeran.
No en vano escribió: “Se supone que las mujeres no deben tener una ocupación suficientemente importante para no ser interrumpidas; ellas se han acostumbrado a considerar la ocupación intelectual como un pasatiempo egoísta, y es su deber dejarlo para atender a alguien más pequeño que ellas”.
Además no solo riñó una dura batalla por el derecho a trabajar al lado de los hombres, sino que eligió, ejerció, cualificó académicamente y dignificó la profesión de enfermera. Sí, no parece haber la menor duda sobre el hecho de que, como mujer, tenía las ideas claras sobre sus derechos.
Pero es que ella fue un poco más allá, dio un vuelta de tuerca más e intuyó posibles perversiones del sistema y previno sobre determinados extremismos “que llevan a la mujer a imitar al hombre en todo lo que hace, simplemente porque ellos lo hacen y sin ninguna consideración sobre si es esto lo mejor que pueden hacer las mujeres”. Vaya, vaya.
No, en mi opinión al menos, no hay ninguna duda. Florence Nigthtingale (1820-1910) fue toda una feminista, pero claro qué sabré yo. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.







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