(Continuación) La de que la mayor incidencia de casos de este síndrome estudiado por el doctor Yair Bar-El y colaboradores ocurriera, precisamente, durante las semanas cercanas a la Navidad o a las Pascuas judías; ya sabe cómo somos los humanos para la cosa ésta de las coincidencias temporales.
Abro paréntesis. Sin
ánimo de profundizar en el tema he utilizado el término etnia y no raza
como sinónimo de grupo de personas que comparten características culturales,
lingüísticas, religiosas, entre otras, y que se identifican entre sí; una cuestión
gramatical unida a la connotación socio-geográfica de la Ciudad Santa, para
tratar en una mejor ocasión. Cierro paréntesis.
Un destino religioso único
Ya lo hemos enrocado, Jerusalén es conocida por estar considerada como “la ciudad sagrada”, dadas las tres grandes religiones monoteístas que en ella confluyen -cristianismo, judaísmo e islamismo- y motivo por el que cada año miles de personas la visitan, más que por el arte que alberga, por el sentido de lo sagrado, lo histórico y lo divino que evoca en ellos.
Una ciudad de la que
decía más arriba que cuando muchos sueñan con visitarla, en sus mentes no
dibujan la imagen de la urbe moderna que es, inmersa en controversias políticas
que la hacen ser tan tristemente disputada, sino la otra, la descrita en textos
bíblicos y religiosos.
Esa vieja parte de la metrópoli,
cuya singularidad ambiental a algunos de ellos les genera estados alterados de
percepción y conciencia que les hacen creerse profetas, mesías o cualquier otra
persona bíblica que conozcan.
Una patología detectada en turistas de diversas creencias, aunque también se da entre los residentes locales, que les lleva a “improvisar” túnicas al estilo de la época de Jesucristo, utilizando para ello las sábanas de los hoteles o de sus propias casas y deambular con ellas puestas.
Hoy como ayer
Un comportamiento que
en la actualidad se sigue reproduciendo a un promedio de cien (100) al año y
que, como enfermos, son derivados a la clínica de salud mental Kfar Shaul,
cerca de Jerusalén, de los que unos cuarenta (40) quedan ingresados.
Unos datos que no solo reflejan la notable prevalencia
del fenómeno -desde la década de los años ochenta los psiquiatras han observado
un incremento constante de pacientes con estos episodios de descompensación
psicótica-, sino que subrayan la intensidad y singularidad que el ambiente de
la ciudad ejerce sobre algunas de las personas que deambulan por sus calles. (Continuará)
[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.
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