viernes, 4 de agosto de 2023

DCPS. Calle Júpiter (y 4)

(Continuación) Pues blanco y en botella, eran satélites, nada menos que los primeros objetos celestes detectados por el hombre que orbitaban a un cuerpo diferente a la Tierra (la Luna) o al Sol. Lo nunca visto.

‘Medicea sidérea’

Así es como más tarde, y por motivos que no hacen al caso, decide llamarlos en conjunto, satélites Medici, satélites medíceos o medicianos en reconocimiento a su mecenas Cosme de Medici, y dándole los nombres de Ío, Europa, Ganímedes y Calisto, que fueron amantes, conquistas e hijas del dios romano Júpiter o su predecesor griego, Zeus.

Un cuarteto que desde entonces no ha dejado de crecer pues, desde finales del siglo XIX, no se han dejado de descubrir nuevas lunas jovianas, mucho más pequeñas que las medíceas y que, por lo último que tengo consultado, superan ya las cinco docenas.

A todo esto, en este ínterin del 1610, Galileo recibe el apoyo incondicional del astrónomo y matemático alemán Johannes Kepler (1571-1630) -recordar las bachilleras leyes de la cinemática celeste- eso sí, el buen hombre no lo hizo antes del mes de septiembre cuando el primero le ofreció personalmente un telescopio; entonces sí confirma de manera entusiasta el descubrimiento. ‘Obras son amores, que no buenas razones’.

Sidereus nuncius

Claro que para entonces Galileo ya había publicado en Florencia buena parte de sus descubrimientos, lo hizo el 4 de marzo de 1610 en “El mensajero de las estrellas”, Sidereus nuncius, un pequeño tratado escrito en latín y sin duda el primer documento científico astronómico basado en observaciones realizadas con un telescopio.

Se trata de uno de los libros más importantes del Renacimiento -con él traspasamos el umbral de la astronomía moderna y supone el principio del fin de la teoría geocéntrica-, en el que su autor acompaña las teorías con dibujos hechos a mano, de buena parte de lo que ve a través del mismo.

Las montañas de la Luna, Júpiter rodeado por cuatro lunas, la Vía Láctea compuesta por estrellas separadas, o cúmulos de estrellas como las Pléyades. En definitiva las primeras aportaciones empíricas, fruto de la observación, a la astronomía; pero con todo no eran su aportación fundamental.

Lo mollar de la cuestión es que ponía en entredicho gran parte de la toloméica teoría geocéntrica; aunque no esté explicitado en el texto se trata, casi sin duda alguna, de la primera expresión del físico sobre que es la Tierra la que gira alrededor del Sol y no al revés.

‘…Está escrito en lenguaje matemático, y las letras son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es humanamente imposible entender una sola palabra’. (Continuará)

[*] Introduzcan en [Buscar en el blog] las palabras en negrilla y cursiva, si desean ampliar información sobre ellas.

[**] El original de esta entrada fue publicado el 20 de marzo de 2023, en la sección DE CIENCIA POR SEVILLA, del diario digital Sevilla Actualidad.

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